En un acontecimiento histórico que podría marcar el fin de uno de los conflictos territoriales más prolongados y enconados de la región del Cáucaso, Armenia y Azerbaiyán anunciaron que han finalizado las negociaciones para un acuerdo de paz destinado a resolver la disputa por el territorio de Nagorno Karabaj. Este anuncio indica un posible cierre a años de enfrentamientos y tensiones, abriendo tentativamente las puertas hacia una era de estabilidad y cooperación en la región.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Armenia comunicó que el acuerdo «está listo para su firma”, y que se están planificando consultas con Azerbaiyán para determinar la fecha y lugar de este histórico evento. Por su parte, Azerbaiyán confirmó que el acuerdo ha sido concluido satisfactoriamente, destacando la aceptación por parte de Armenia de dos propuestas clave que habían sido puntos de discordia durante las negociaciones.
El acuerdo se produce tras intensivas discusiones y viene después de una reunión en Bruselas en abril de 2022, donde los líderes de ambas naciones acordaron comenzar las negociaciones sobre el tratado de paz y establecer una comisión conjunta para delimitar la frontera común. Este tratado, que podría finalmente establecer la paz en la región, llega tras dos guerras devastadoras desencadenadas por el conflicto sobre Nagorno Karabaj, territorio dentro de Azerbaiyán pero con una población mayoritariamente armenia.
Entre los logros diplomáticos previos al acuerdo, se destaca la promesa de Armenia de permitir a Azerbaiyán comunicarse con su exclave de Najicheván a través del territorio armenio, siempre y cuando se respete la soberanía de Armenia. Aunque Azerbaiyán ha condicionado la firma del tratado a cambios en la Constitución de Armenia, el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, ha negado que la Carta Magna de su país contenga reclamaciones territoriales sobre Azerbaiyán, apuntando a una posible solución pacífica basada en el respeto mutuo y la soberanía de cada estado.
Este acuerdo llega como un bálsamo a las heridas abiertas por las guerras y los desplazamientos forzados. Imágenes de refugiados abandonando Nagorno Karabaj hacia Armenia tras los recientes conflictos recordaron al mundo las consecuencias humanas de las disputas territoriales. La autoproclamada república de Nagorno Karabaj incluso anunció su disolución como resultado de la escalada del conflicto, subrayando la urgente necesidad de un acuerdo de paz.
La firma del tratado de paz no solo marcaría el fin de las hostilidades, sino que también facilitaría el proceso de delimitación de la frontera armenio-azerbaiyana de casi 1.000 km, un proceso esencial para la estabilidad regional tras el colapso de la Unión Soviética. Este potencial acuerdo de paz promete no solo poner fin a las discrepancias territoriales, sino también superar las diferencias legislativas nacionales, creando un precedente para la resolución de conflictos en la región y posiblemente en todo el mundo.
Con el mundo observando atentamente, este acuerdo podría ser un testimonio del poder del diálogo y la diplomacia en la resolución de disputas prolongadas y, si se implementa con éxito, podría transformarse en un modelo para la paz y la cooperación internacional. La expectativa ahora recae en las próximas consultas entre Armenia y Azerbaiyán, con la esperanza de que el acuerdo firmado traiga una paz duradera y una nueva era de relaciones entre las dos naciones.