Apagar el móvil en vacaciones: el gesto más radical (y necesario) de autocuidado

Vivimos pegados a una pantalla. El móvil se ha convertido en nuestro despertador, oficina portátil, álbum de fotos, diario emocional y vía de escape. Nos acompaña al trabajo, al sofá, a la cama… y también a la playa, a la montaña, al hotel rural o al apartamento de veraneo. Lo encendemos por inercia. Lo consultamos sin pensar. Y, lo peor de todo, lo consideramos indispensable incluso durante ese supuesto paréntesis de descanso que llamamos vacaciones.

Pero ¿y si el verdadero lujo del siglo XXI fuera apagarlo? ¿Y si el mayor acto de autocuidado no estuviera en un masaje, en una escapada exótica o en un retiro espiritual, sino en algo tan sencillo —y a la vez tan desafiante— como dejar el móvil en modo avión, o mejor aún, fuera de nuestra vista durante unos días?

Cada vez más voces advierten que desconectar es una necesidad, no un capricho. Lo dicen neurocientíficos, psicólogos, docentes y también directivos del sector tecnológico. Sí, incluso ellos.

David Carrero, cofundador de Stackscale (Grupo Aire), una empresa puntera en infraestructura cloud y soluciones de inteligencia artificial, lo tiene claro: “Antes de irme de vacaciones dejo todo organizado con mi equipo, confío en ellos y desconecto por completo. Nada de correos, nada de notificaciones. El móvil y el portátil se quedan en casa o en la caja fuerte del hotel. En vacaciones leo en papel, camino, hago deporte. Se trata de descansar de verdad”.

La paradoja es evidente. Personas cuyo trabajo depende de estar conectados todo el tiempo han entendido mejor que nadie la urgencia de desconectarse cuando toca. Porque saben que si nunca desconectas, tampoco funcionas bien cuando tienes que reconectar.

Antonia González, directora de la agencia Color Vivo y editora de medios como Decoración 2.0, Educación 2.0, Noticias.Madrid y Revista Cloud, lo expresa con igual convicción: “Podemos llevarnos el móvil, claro. Pero debemos ser fuertes. Reducir al máximo su uso. Poner límites con las propias herramientas que tenemos: temporizadores de apps, modos de concentración, notificaciones silenciadas. El descanso empieza cuando dejamos de mirar pantallas todo el rato”.

Y no se trata solo de bienestar. La desconexión digital tiene un impacto real y medible en nuestra salud mental y física. Disminuye el cortisol, mejora el sueño, reduce la fatiga visual y permite que el cerebro recupere su capacidad creativa. Sin hablar del impacto en las relaciones familiares: menos móviles, más conversaciones.

Entonces, ¿por qué cuesta tanto?

Porque nos han convencido de que estar disponibles es sinónimo de ser responsables. Porque confundimos urgencia con importancia. Porque tememos perdernos algo (el famoso FOMO) o, peor aún, ser olvidados si no damos señales de vida. Pero las oportunidades de verdad no desaparecen por estar unos días offline. En cambio, sí desaparecen —y rápido— el descanso auténtico, la atención plena y la desconexión emocional cuando no soltamos el móvil ni en vacaciones.

Apagar el móvil es, en realidad, un acto de resistencia. Contra la sobreestimulación, contra la dependencia tecnológica, contra la falsa necesidad de estar siempre accesibles. Es un gesto que dice: ahora, me toca a mí. Es una forma de recuperar el control sobre nuestro tiempo, nuestras relaciones y nuestro bienestar.

Y sí, es difícil. Al principio aparecen la inquietud, el aburrimiento, la tentación de «echar un vistazo rápido». Pero si aguantamos, llega algo extraordinario: el tiempo real. La mirada sin interrupciones. El paseo sin auriculares. El café con conversación. El silencio que ya no incomoda, sino que reconforta.

En un mundo que nos empuja constantemente a producir, compartir y responder, dejar el móvil a un lado no es solo una pausa. Es una declaración. Porque vivir desconectados por unos días puede ser la forma más poderosa de reconectar con lo esencial: con quienes somos, con lo que sentimos, y con quienes tenemos al lado.

Así que este verano, antes de hacer la maleta, piensa en lo que de verdad necesitas llevar contigo. Quizás descubrirás que tu descanso no cabe en una pantalla. Y que el mejor recuerdo no será la foto perfecta para Instagram, sino ese momento que viviste con todos los sentidos, sin interrupciones ni notificaciones.

Apagar el móvil es abrir una puerta. Atrévete a cruzarla.

Fuente: Desconexión, apagar el móvil

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