El Real Betis afronta un estreno histórico en la Europa League desde La Cartuja, donde medirá sus aspiraciones europeas frente al Nottingham Forest en un duelo que marcará el rumbo de su temporada
El Real Betis se adentra en la UEFA Europa League con un detalle casi poético, jugará lejos del Benito Villamarín, su templo verde y blanco. El Estadio de La Cartuja, habitualmente más acostumbrado a acoger finales neutrales y conciertos multitudinarios, se convertirá en casa prestada para un estreno europeo cargado de simbolismo. Hay ironía en este desplazamiento, el club que ha hecho de su estadio una fortaleza, ahora debe defender su honor en un escenario que no es suyo, como un rey destronado obligado a gobernar desde un castillo alquilado.
El rival tampoco invita a la nostalgia. El Nottingham Forest, dos veces campeón de Europa en un pasado que parece una novela en sepia, se presenta con la incómoda tarea de recordar al Betis que la historia pesa tanto como las piernas cansadas. Y aquí está la primera antítesis de la noche, un Betis que sueña con conquistar Europa desde el futuro inmediato, frente a un Forest que vive de la gloria heredada de un ayer legendario. La Cartuja será, por unas horas, el cruce de esas dos memorias, la ambición joven y el recuerdo veterano.
El ajedrez de Pellegrini
Manuel Pellegrini, eterno equilibrista entre lo pragmático y lo bello, sabe que no hay margen para la improvisación. La portería apunta a manos de Álvaro Valles, mientras Pau López se reserva para la resistencia doméstica en LaLiga. Las bajas en defensa obligan a la creatividad, Valentín Gómez y Natan repetirán en el eje, con Junior Firpo en el flanco izquierdo, un lateral que a ratos parece más un extremo disfrazado de defensor. En la derecha, las molestias de Héctor Bellerín podrían abrir un inesperado pasillo a Ángel Ortiz o incluso a Ruibal, recordándonos que en el fútbol, como en la vida, el azar suele decidir lo que los planes no pueden.
La medular es un laboratorio de opciones. Amrabat, Altimira y Fornals ofrecen tanto músculo como magia, aunque la química Altimira-Fornals parece destinada a arrancar el estreno. Y por delante, la resurrección futbolística de Gio Lo Celso aporta la chispa que hace meses parecía apagada. Ironías del destino, justo cuando algunos lo daban por amortizado, el argentino aparece como faro creativo para guiar al Betis en su andadura continental.
El filo ofensivo
El ataque bético es, más que una línea, un campo de batalla entre promesas y certezas. Antony sigue acumulando minutos como quien colecciona cicatrices, cada partido le acerca a la madurez que aún se le reclama. En el costado izquierdo, la incógnita se debate entre Abde, todavía renqueante de su lesión, y Rodrigo Riquelme, ese jugador que nunca pierde la sonrisa aunque le toque cargar con responsabilidades inesperadas. Aquí, la antítesis se afila, la velocidad fresca del marroquí frente a la consistencia del excolchonero.
En la punta, Cucho Hernández se confirma como la referencia ofensiva, dispuesto a poner goles donde otros solo prometen intenciones. Desde el banquillo, Bakambu acecha como un depredador paciente, esperando que el cansancio rival abra grietas. El Betis, en suma, llega con un once que mezcla convicción y dudas, equilibrio y vértigo. Como todo buen debut europeo, lo que se juega no es solo un partido, es la ilusión de un continente que, para los béticos, empieza en Sevilla aunque la casa sea prestada.