En un giro sorprendente de eventos, Ángel Cristo, exparticipante de «Supervivientes 2024», ha sacudido el plató y a la audiencia con revelaciones impactantes tras su reciente expulsión del programa. En una entrevista única con la reconocida Sandra Barneda, Cristo ha abierto nueva polémica alrededor de una agresión física que afirma haber sufrido de parte de Arantxa del Sol, incidente que, según sus declaraciones, fue minimizado e incluso ignorado por la producción del reality show.
Al arrancar la entrevista, un Ángel Cristo visiblemente transformado pidió disculpas por su comportamiento con Aurah Ruiz y Blanca Manchón, expresando su deseo de reconciliación, aunque el tono de la conversación no tardó en tornarse grave al abordar el incidente de la agresión. Con voz firme, Cristo detalló haber recibido no una, sino tres puñetazos por parte de Del Sol, un echo presenciado por varios compañeros y miembros del equipo, incluyendo el lanchero y el inspector del programa. Esta revelación contradice la versión oficial del concurso y deja en evidencia una posible negligencia ante situaciones de violencia.
La tensión se intensificó cuando Sandra Barneda cuestionó la fiabilidad de su testimonio, a lo cual Cristo replicó que tanto él como testigos presenciales habían informado al equipo del programa, quienes, según él, le aconsejaron dejar pasar el incidente para evitar reavivar problemas previos de violencia de género que Cristo había enfrentado. Esta afirmación, cortada en varias ocasiones por Barneda, pone en duda las políticas de manejo de conflictos del reality y sugiere una tendencia a proteger su imagen por encima de la seguridad y el bienestar de los concursantes.
Lo más impactante de su discurso fue la comparación de las consecuencias que habrían tenido lugar de haber sido él el agresor, señalando un doble rasero en la aplicación de las normas del programa. Cristo ha cuestionado, ante millones de espectadores, la integridad de «Supervivientes 2024», al afirmar que se le recomendó omitir el incidente para evitar repercusiones en su ya complicado historial, insinuando que la producción prioriza narrativas específicas sobre la verdad.
El caso de Ángel Cristo y Arantxa del Sol no ha dejado a nadie indiferente, reabriendo debates sobre la responsabilidad de los programas de telerrealidad en la gestión de conflictos y la protección de sus participantes. La exigencia de una clarificación y acción por parte de la producción de «Supervivientes 2024» se hace cada vez más fuerte entre la audiencia y la opinión pública, poniendo a prueba la credibilidad y los valores del programa en el manejo de situaciones tan delicadas como la violencia entre concursantes.
