A pocos momentos de asumir nuevamente el mando en Venezuela, Nicolás Maduro se encuentra ante un escenario global marcadamente polarizado. La figura del mandatario venezolano genera opiniones encontradas a nivel internacional, que se reflejan en el apoyo de unas naciones y en el rechazo de otras. La oposición en Venezuela, encabezada por Edmundo González, persiste en señalar las recientes elecciones como un ejemplo de «fraude electoral masivo». Sin embargo, esta posición no ha impedido que Maduro cuente con el respaldo significativo de potencias globales como Rusia y China, estableciendo una base de apoyo sustancial para su gobierno.
En el ámbito latinoamericano, naciones como Cuba y Nicaragua han expresado abiertamente su felicitación a Maduro por su reelección, mientras que Bolivia y Honduras también han mostrado su apoyo, aunque de manera más mesurada. Frente a esto, países como Brasil, Colombia y México se han mostrado más reservados, solicitando evidencias independientes que validen los resultados electorales antes de proceder a cualquier tipo de reconocimiento oficial.
La presencia de Vladimir Putin en la cumbre de los BRICS, donde reafirmó su apoyo a Maduro, evidencia la solidez de la alianza ruso-venezolana. A este respaldo se suma el de China, que no ha dudado en felicitar a Maduro, fortaleciendo aún más los lazos bilaterales entre ambos territorios. Este bloque de apoyo se extiende más allá del continente americano, con países como Irán, Turquía y Corea del Norte apoyando el régimen de Maduro, especialmente en su enfrentamiento contra las sanciones impuestas por occidente.
En el continente africano, Maduro ha hallado un respaldo considerable, siendo Argelia, Mali y Zimbabue algunos de los países que han reconocido su victoria. La relación entre estas naciones y Venezuela se cimenta en intereses compartidos en el ámbito de los recursos energéticos y los movimientos antioccidentales, afianzando la cooperación mutua.
Además, el respaldo internacional a Maduro no solo se limita a las grandes potencias, sino que también incluye a pequeñas naciones del Caribe como Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas, reforzando la importancia de estas alianzas, aunque su impacto en la balanza política global pueda ser limitado.
En el panorama europeo, Rusia y Bielorrusia se destacan como defensores de la administración de Maduro, contrastando con la postura mayoritariamente crítica de la Unión Europea y otras naciones del continente, que tienden a apoyar a la oposición venezolana.
España se encuentra en una posición intermedia, reflejando la división interna que existe en el país respecto al tema venezolano. Aunque el Parlamento español ha aprobado resoluciones condenatorias hacia el régimen de Maduro, el gobierno de Pedro Sánchez ha optado por una postura de no reconocimiento formal hacia ninguno de los candidatos. Además, España se suma a las naciones que no enviarán representación oficial a la ceremonia de investidura de Maduro, manteniendo una línea coherente con la mayoría de los países de la Unión Europea. Sin embargo, no se ignora la profunda conexión histórica y cultural entre España y Venezuela, lo que influye en el enfoque español, centrado en los derechos humanos y la estabilidad política venzolana.
En este complejo panorama internacional, Maduro busca afianzar su imagen de liderazgo y estabilidad en vísperas de su investidura, apoyándose en el respaldo de potencias clave como Rusia y China. A pesar de la creciente presión de la oposición, estos apoyos internacionales refuerzan la posición del líder venezolano, mostrando su determinación de mantenerse en el poder frente a los desafíos nacionales e internacionales que enfrenta.