Alexis Sánchez ha comenzado su etapa en el Sevilla con un impacto inmediato, demostrando liderazgo y rendimiento destacado en sus primeros partidos

El fútbol tiene una ironía deliciosa; los jugadores que llegan con dudas suelen convertirse en los héroes que nadie vio venir. Alexis Sánchez, recién aterrizado en el Sevilla, ha necesitado apenas dos partidos para demostrar que, a veces, la experiencia pesa más que las piernas jóvenes. Una asistencia frente al Elche y un gol contra el Alavés bastaron para encender la chispa en Nervión. No es poca cosa, en un club acostumbrado a vivir entre tormentas de expectativas; Sánchez ha llegado como quien lanza un rayo en mitad de una noche apagada.

Más allá de las estadísticas, lo que sorprende es su aura de líder. El chileno, curtido en las arenas movedizas de ligas y vestuarios imposibles, parece caminar por el Sánchez-Pizjuán como un viejo lobo que reconoce cada rincón del bosque. Su veteranía no es un lastre, sino un mapa. Y esa capacidad de guiar con gestos, más que con palabras, ha devuelto a la grada una ilusión que parecía en huelga.

Pellegrini, Wenger y la nostalgia del maestro

En medio de este arranque vertiginoso, Alexis no dudó en repartir elogios donde más duele: al eterno rival. Al ser consultado por Manuel Pellegrini, técnico del Betis, el delantero trazó una comparación tan audaz como significativa, lo equiparó con Arsène Wenger, el entrenador que marcó sus mejores años en el Arsenal. Una antítesis deliciosa, un jugador que viste de rojiblanco ensalzando al hombre que dirige a los verdes. El fútbol, al fin y al cabo, es más teatro que deporte.

“Son personas que entienden el fútbol y saben cómo tratar a los jugadores”, explicó Sánchez. Esa afirmación es un dardo cargado de respeto y, a la vez, una radiografía de lo que un futbolista veterano espera en el ocaso de su carrera: comprensión, confianza, libertad. En otras palabras, Pellegrini no es solo un estratega, sino el tipo de maestro que sabe cuándo apretar y cuándo soltar la cuerda. Y ahí, en esa fina diferencia, se define la grandeza de un entrenador.

El futuro entre Sevilla y la Roja

Pero la conversación no terminó en Sevilla ni en el Betis. Cuando le preguntaron por la Selección de Chile, Alexis no dudó; Pellegrini sería el ideal. Su frase, entre la nostalgia y la exigencia, sonó como un manifiesto. “Los futbolistas chilenos somos complicados de entender; necesitamos un seleccionador que también sea chileno”. Aquí aparece otra paradoja: un país que dio al mundo a Marcelo Bielsa, extranjero hasta en el acento, ahora reclama raíces propias para recuperar su identidad.

El chileno, eso sí, no pierde de vista el presente. Confirmó que en su etapa en el Inter estuvo cerca de fichar por el Betis, pero la tentación de la Champions lo llevó a San Siro. Hoy, en cambio, su mirada está fija en Sevilla. Allí, con la camiseta blanca y roja, se siente al mando de una misión silenciosa: devolver al club su competitividad perdida. Y la grada, que siempre exige milagros inmediatos, ya celebra tener un delantero capaz de convertir cada partido en una promesa.

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