Representantes de la ONU y la Unión Africana han expresado su alarmante preocupación por el creciente riesgo de genocidio en Sudán, específicamente tras la toma de Al Fasher por rebeldes de las Fuerzas de Apoyo Rápido. En una sesión del Consejo de Derechos Humanos, el enviado especial de la UA, Adama Dieng, enfatizó que el mundo necesita actuar y no solo condenar las atrocidades que han dejado más de 40.000 muertos y 14 millones de desplazados a lo largo de dos años y medio de conflicto.
La situación en Al Fasher se ha calificado como una «escena de crimen», con testimonios de asesinos que actúan según la etnia de sus víctimas. Dieng demandó un alto inmediato al flujo de armas y soldados hacia Sudán y pidió que se adopten medidas para garantizar la justicia para los perpetradores de abusos. Además, indicó la necesidad urgente de ayuda humanitaria, ya que más del 50% de la población del país requiere asistencia.
La Misión Independiente de Investigación para Sudán ha revelado que las atrocidades en Al Fasher son resultado de décadas de impunidad, destacando ejecuciones, violaciones y otros crímenes de guerra. La investigadora Mona Rishmawi afirmó que los horrores actuales son evitables, haciendo un llamado a la comunidad internacional para que detenga la financiación de este ciclo de violencia y brutalidad que amenaza con profundizar aún más la crisis humanitaria en la región.
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