Alerta de Fraude: Descubre Cómo Operan las Estafas de Criptomonedas a través de WhatsApp

Enclavado en la arteria que conecta Phnom Penh y Hanoi, un complejo de edificios rodeados por alambres de espino pasa desapercibido para la vista cotidiana. Quienes transitan por el Friendship Boulevard pueden notar la presencia de vendedores ambulantes o la sombra ocasional de alguien en un balcón, sin imaginar la realidad que se oculta tras esa fachada de normalidad. Este lugar, más parecido a una prisión que a cualquier centro de trabajo convencional, es el epicentro de una vasta red de estafas por internet, operada bajo el yugo de la mafia china.

La impunidad con la que actúan dentro de estos muros es bien conocida por las autoridades locales y la comunidad internacional, pero las acciones para desmantelar estas operaciones son escasas o inexistentes. Las personas que trabajan allí son, en muchos casos, víctimas de tráfico de personas, engañadas con promesas de empleo legítimo en Camboya para después ser forzadas a participar en estas actividades ilícitas.

Investigaciones y testimonios han sacado a la luz el modus operandi de este entramado criminal. Las víctimas son reclutadas en sus países de origen, como Filipinas, bajo falsas promesas de empleo, solo para encontrarse atrapadas y sin posibilidad de escapar una vez llegan al lugar. La filipina Jennifer es un ejemplo de ello; fue reclutada para trabajar supuestamente como crupier en un casino, pero acabó en este centro de estafas.

Los trabajadores son obligados a pasar largas jornadas comunicándose con personas alrededor del mundo, principalmente en Europa, iniciando conversaciones con un simple «Hola…» a través de WhatsApp o cualquier otro servicio de mensajería. El objetivo es establecer una conexión emocional o de confianza para luego engañarlas, induciéndolas a invertir en criptomonedas o en negocios ficticios, prometiendo rendimientos increíbles que nunca se materializan.

Las condiciones de vida y de trabajo en el complejo son draconianas. Los empleados viven bajo constante vigilancia, con restricciones severas de movimiento y comunicación. Revelaciones detallan cómo aquellos considerados como «empleados díscolos» son enviados a otros lugares, como Long Bay, donde la tortura y los asesinatos son prácticas rutinarias disfrazadas como suicidios. Las redes sociales y los periódicos locales ocasionalmente muestran imágenes de personas que se lanzan desde ventanas en un intento desesperado por escapar de sus captores.

La situación en este complejo de Nom Pen es un recordatorio brutal de cómo el crimen organizado explota las debilidades del sistema internacional de justicia y derechos humanos. A pesar de los informes y las denuncias, la operación sigue en curso, alimentándose del sufrimiento de sus víctimas y de la ingenuidad de aquellos que caen en sus trampas.

El testimonio de Jennifer, que logró escapar y denunciar su situación, ofrece un vistazo raro y necesario al interior de estas operaciones. Su historia es una de las muchas que esperan ser escuchadas, en un grito por justicia que atraviesa fronteras y desafía a la comunidad internacional a tomar acción contra estas redes de estafas y tráfico de personas que operan con impunidad en Camboya y más allá.

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