Las protestas juveniles en Marruecos, que llevan casi un mes en marcha, han disminuido notablemente a lo largo del fin de semana. A pesar de los esfuerzos del colectivo GenZ212 por reactivar la movilización tras un receso de diez días, solo unos cientos de manifestantes se reunieron en Casablanca, mientras que la participación fue aún menor en otras ciudades. Su principal demanda, en medio de un clima de miedo debido a la represión policial, se centró en la liberación de jóvenes encarcelados y más inversión en sanidad y educación públicas.
La represión ha dejado huellas evidentes en el movimiento. Desde el inicio de las protestas, se han contabilizado cerca de mil detenciones, incluyendo estudiantes y menores de edad, algunos de los cuales enfrentan severas condenas por delitos relacionados con las manifestaciones. Las intervenciones judiciales han sido rápidas; un joven fue sentenciado a cinco años solo por difundir contenido relacionado con GenZ212. Las voces críticas se han silenciado por temor a represalias, y muchos manifestantes han optado por no hablar con la prensa.
El contexto de tensión es palpable, con el gobierno marroquí implementando un creciente aparato de control social. Mientras el palacio real ha prometido reformar las políticas sociales, los jóvenes sienten que sus voces son ignoradas. Intentos de dividir el movimiento mediante desinformación han surgido en redes sociales, reflejando la lucha interna y el deseo de los jóvenes de ser escuchados en un panorama marcado por la inseguridad y la represión.
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