Decenas de manifestantes convocados por la Asociación en Defensa del Campo de Cuenca (Adeccu) se congregaron nuevamente para una cacerolada frente a la Delegación Provincial de Agricultura de Cuenca, manteniendo la presión sobre las autoridades y reafirmando las reivindicaciones planteadas la semana anterior en ese mismo lugar. La protesta, que se celebró en un clima de creciente tensión por las políticas agrícolas, llevó a los participantes a expresar su descontento a base de ruido y consignas.
Los lemas exhibidos en las pancartas reflejaban una combinación de desacuerdo con políticas medioambientales percibidas como contradictorias y preocupación por el futuro de la agricultura local: ‘Con la hipocresía y la ecología la despensa está vacía’, ‘No Agenda 2030’, ‘No importaciones sin controles’, y ‘Sin sector primario no hay desarrollo rural’ fueron algunos de los mensajes destacados, acompañados por críticas directas a la implementación del Cuaderno Digital de la nueva Política Agraria Común y a la propuesta de supresión del gasóleo profesional.
La concentración de protestantes, que no llegó a impedir del todo el tráfico en la calle Colón, ocasionó que la circulación vehicular necesitara ser dirigida por los agentes, evitando así una interrupción completa del flujo habitual.
Después de hacerse oír en la Delegación de Agricultura, el colectivo de agricultores y ganaderos, identificables por sus chalecos reflectantes, prosiguió su itinerario bajo el estruendo de cacerolas y silbatos hacia la Plaza de España. Allí continuaron su manifestación ante las puertas de la Subdelegación del Gobierno de Cuenca, ampliando una serie de actos reivindicativos que se iniciaron el martes de la semana pasada con una tractorada y que han incluido otras manifestaciones con incidencias en el tráfico, como cortes en la importante vía A-3.
Estas persistentes movilizaciones subrayan la determinación del sector agrario en la región, que ve amenazadas sus condiciones de trabajo y sustentabilidad frente a regulaciones y transformaciones que consideran lesivas para su modo de vida y la viabilidad económica de sus actividades.