El pasado 20 de septiembre, el programa La Sexta Xplica se sumergió en un tema cada vez más relevante: el ascenso de partidos de ultraderecha entre los jóvenes y la difusión de sus mensajes en plataformas digitales. José Yélamo, el presentador del programa, comenzó declarando que estamos frente a una «tendencia preocupante», resaltando que un número creciente de jóvenes parece no rechazar ideas como la dictadura o planteamientos machistas.
En el plató, se encontró Anxo Cousillas, un joven inversor inmobiliario de apenas 23 años. Cousillas se mostró preocupado por no solo los indicios de radicalización en la derecha, sino también en la izquierda, advirtiendo sobre la polarización que muchos políticos alimentan para su beneficio, señalando que estas divisiones sociales son el resultado de intereses económicos más que ideológicos.
La discusión continuó con la intervención de María Gijón, presidenta de la organización Adolescencia libre de móviles. Ella advirtió sobre el acceso casi universal de los jóvenes a las redes sociales, donde el 70% de ellos busca información sobre temas políticos. «La radicalización empieza a ser más temprana», aseguró, sugiriendo que el impacto negativo de ciertos discursos radicales ya se percibe en la infancia.
Otra voz que resonó en el debate fue la de Afra Blanco, activista y sindicalista, quien se enfrentó con fuerza a la ideología de la extrema derecha. Su crítica fue directa y clara: instó a quienes se sienten atraídos por dicha ideología a reflexionar sobre los derechos que han sido conquistados a través de luchas pasadas. «Les preguntaría a esos que se definen como fachas por qué se sienten tan amenazados», retó. Su indignación por estos discursos de odio era palpable, subrayando que los movimientos feministas, la diversidad y la inclusión son aquellos que, precisamente, buscan ampliar la libertad de todos.
Ambos lados del debate dejaron claro que la juventud se encuentra en un cruce de caminos, navegando entre las corrientes ideológicas de una sociedad polarizada. Lo que parecía ser una conversación sobre política se tornó en un análisis profundo sobre la identidad, la influencia digital y el futuro de una generación que, con su deseo de cambio, se enfrenta a una realidad cada vez más compleja.