En un acontecimiento significativo que anuncia una posible nueva era para Siria, Arabia Saudí y Qatar han abonado la cantidad de 15,5 millones de dólares correspondiente a la deuda que el país árabe mantenía con el Banco Mundial. Este gesto financiero se produce apenas tres días después de que el presidente Donald Trump decidiera levantar las sanciones que había impuesto Estados Unidos a Siria durante años, marcando un punto de inflexión en las relaciones internacionales y la política exterior de la región.
Con la eliminación de esta deuda, Siria recobra su capacidad para solicitar fondos destinados a proyectos de reconstrucción y desarrollo, una medida anunciada por el Banco Mundial en un reciente comunicado. La intervención de Arabia Saudí y Qatar no solo reafirma su influencia en el contexto geopolítico de Medio Oriente, sino que también ilustra un compromiso con la estabilización y el progreso de Siria tras años de devastador conflicto.
La Asociación Internacional de Fomento (AIF), el brazo del Banco Mundial que proporciona préstamos con bajo o nulo interés a países económicamente desfavorecidos, confirmó la liquidación de los atrasos de Siria, reabriendo las puertas del país a nuevas operaciones financieras sujetas a las políticas del Banco. Este paso es considerado fundamental para encaminar a Siria hacia la recuperación y el desarrollo sostenible.
El Banco Mundial también adelantó que, como parte de las primeras medidas tras el restablecimiento de relaciones, se está planificando un proyecto eléctrico destinado a mejorar el suministro de energía a la población siria, subrayando la importancia de la electricidad en la promoción de la dignidad humana y el progreso económico. La falta de infraestructuras y servicios básicos ha sido una realidad palpable en Siria, donde el propio ministro de Electricidad, Omar Shaqrouq, admitió hace dos meses la incapacidad del país para proporcionar un suministro eléctrico constante debido a la escasez de recursos como gas y fueloil.
Paralelamente, Qatar ha tomado la iniciativa de bombear gas natural a Siria a través de Jordania, un esfuerzo destinado a ayudar en la reconstrucción del país y mejorar el bienestar de su población. La medida llega en un momento crítico, dado que, según la Organización de las Naciones Unidas, la gran mayoría de la población siria vive bajo el umbral de la pobreza, con millones de personas dependiendo de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Esta serie de movimientos políticos y económicos sugiere un cambio en la actitud internacional hacia Siria, especialmente después de que la Unión Europea también decidiera suavizar algunas de las sanciones previas, fomentando un compromiso mayor con el país en áreas clave como el sector energético, de transportes y bancario. No obstante, la comunidad internacional se mantiene vigilante, dispuesta a reintroducir medidas restrictivas en caso de que el nuevo gobierno sirio no alcance los objetivos democráticos esperados, respetando las minorías y progresando hacia un sistema más equitativo y justo para todos sus ciudadanos.