En una cumbre histórica celebrada este lunes en Londres, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) se han reunido por primera vez desde el Brexit para abordar urgentes cuestiones de defensa y seguridad ante el alarmante contexto geopolítico actual. La prioridad de estas conversaciones es alcanzar un nuevo pacto que enfrente desafíos como la invasión rusa en Ucrania, marcando un esfuerzo sin precedentes por profundizar la cooperación estratégica en defensa, incluyendo posibles adquisiciones conjuntas de defensa.
Este encuentro se produce en un momento de distensión transatlántica durante el segundo mandato de Donald Trump, impulsando tanto al Reino Unido como a la UE a buscar una alineación más estrecha, posiblemente permitiendo a los soldados británicos combatir junto a sus homólogos europeos en respuesta a agresiones, entre ellas, la rusa. Se contempla la introducción de mecanismos para cooperar independientemente de la OTAN y se compromete a realizar consultas estratégicas semestrales sobre asuntos de interés común como Rusia, los Balcanes Occidentales y Asia Oriental.
Sin embargo, la reunión enfrenta retos, particularmente en temas sensibles como los derechos de pesca y la licitación de contratos de defensa para Francia, y el contencioso de Gibraltar para España. La buena sintonía entre el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, contrasta con tensiones previas, aunque persisten diferencias, especialmente en lo que concierne a la participación del Reino Unido en el plan de defensa europeo «ReArm Europe».
La cumbre también aborda la problemática de Gibraltar, un tema aún sin resolver pese a un principio de acuerdo alcanzado in extremis en la Nochevieja de 2020 para evitar controles estrictos en la frontera terrestre. Igualmente se negocian medidas para eliminar algunas barreras comerciales, aunque las líneas rojas del Reino Unido limitan el margen de maniobra.
Además, las discusiones incluyen un posible pacto sobre movilidad que beneficiaría a los negocios transfronterizos y a los músicos británicos, mientras que la UE presiona por un programa de movilidad juvenil que facilite a sus ciudadanos viajar, estudiar y trabajar en el Reino Unido.
A pesar de las expectativas, el primer ministro británico enfrenta presiones domésticas significativas, incluida la popularidad creciente del euroescéptico Partido Reforma de Nigel Farage, lo que le obliga a proceder con cautela. Los analistas consideran este encuentro como un momento crucial, aunque simbólicamente, en el esfuerzo por «reiniciar» las relaciones entre el Reino Unido y la UE tras el Brexit.