Bill Gates recientemente ha declarado que el cambio climático no llevará a la humanidad a su destrucción, una afirmación que contrasta con el panorama desolador del Amazonas, donde la flotilla Yaku Mama navega ríos desde Ecuador hacia Brasil, para participar en la COP30. Este viaje no solo es un recorrido fluvial de más de 3,000 kilómetros, sino una protesta emblemática contra el extractivismo y un llamado a los gobiernos para adoptar una transición energética que respete los derechos de las comunidades indígenas y proteja sus territorios.
Los líderes indígenas al mando de la Yaku Mama están decididos a frenar el uso de combustibles fósiles y la deforestación, elementos críticos que han contribuido a la pérdida de más de 4,5 millones de hectáreas de bosque en tan solo un año. En un ritual inaugural en el glaciar Cayambe, conectaron sus tradiciones ancestrales con la crisis actual, subrayando que la protección de la selva es esencial para combatir el calentamiento global y cuidar la biodiversidad.
Leonardo Cerda, líder kichwa, enfatiza que esta travesía es una forma de resistencia frente a un colonialismo extractivista que ha desencadenado la crisis climática. A través de actos simbólicos y una firme propuesta de empoderamiento, los pueblos indígenas buscan situar su voz y experiencia en la agenda internacional, reclamando su papel como guardianes de la Amazonía en un contexto donde sus saberes ancestrales son vitales para enfrentar los desafíos ambientales.
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