Los productores de girasol medioambiental en Castilla-La Mancha recibirán un apoyo económico de 19,8 millones de euros a lo largo de los próximos años, con una distribución anual que alcanzará casi cinco millones de euros entre 2025 y 2028. Esta ayuda, establecida en 130 euros por hectárea, tiene como objetivo fomentar el cultivo sostenible y la implementación de prácticas medioambientales, con compromisos de mantenimiento del cultivo que se extienden por cuatro años.
Para poder acceder a esta subvención, los cultivadores deben contar con una superficie mínima de una hectárea destinada al girasol de secano. Resultan admisibles las superficies dedicadas exclusivamente al girasol de secano o a islas de vegetación espontánea. En el contexto de esta iniciativa, Cuenca y Guadalajara se perfilan como las provincias más beneficiadas, con Cuenca acumulando la mayor superficie declarada para este cultivo, unas 128.000 hectáreas, lo que representa el 80,7 por ciento del total regional.
El consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha ha presentado los pormenores de esta ayuda durante un encuentro en Cuenca, enfatizando la recuperación de estas ayudas agroambientales tras más de una década sin convocatoria. En este sentido, se espera que en los próximos días se publiquen las convocatorias correspondientes para el girasol medioambiental y otras líneas, como las destinadas a plantas aromáticas.
Dentro de la amplio paquete de ayudas, que suma un total de 32,5 millones de euros en diferentes líneas, se abordan también las demandas de agricultores y ganaderos, buscando atender a sectores como la apicultura y las razas autóctonas, así como a las zonas de montaña. La Consejería de Agricultura ha querido transmitir tranquilidad a los solicitantes, afirmando que estas líneas de apoyo serán publicadas dentro del marco habitual de la Política Agrícola Común (PAC).
A pesar de que la ayuda para el girasol medioambiental no es directa, el Gobierno regional está trabajando por que en el futuro se convierta en una ayuda asociada para los cultivos proteicos, en un contexto donde la escasez de proteína vegetal es una preocupación creciente en la Unión Europea. Mientras tanto, se apuesta por maximizar el alcance de esta primera convocatoria entre los cultivadores tradicionales, con el fin de fomentar una agricultura más sostenible.