La Federación Internacional de Judo (IJF, por sus siglas en inglés) anunció recientemente una importante medida en cuanto a la indumentaria de las competidoras en sus torneos: a partir de mayo del próximo año, estarán prohibidos los velos y demás artículos religiosos en las luchadoras.
Esta medida, que entrará en vigor en los campeonatos del mundo que se disputarán en Bakú (Azerbaiyán) a finales de mayo del 2018, ha generado opiniones encontradas entre los seguidores del judo y de otras disciplinas deportivas profesionales.
Por un lado, algunos sostienen que esta medida es discriminatoria y va en contra de la libertad religiosa de las deportistas que siguen una fe que les exige (aunque no en todos los casos) cubrirse la cabeza con un hijab o velo islámico. Además, ven como negativa la idea de que el deporte se convierta en un espacio que limite a las personas en su libertad de expresión por motivos religiosos.
Por otro lado, hay quienes aplauden la iniciativa de la IJF, considerando que cualquier medida que se tome para garantizar la igualdad entre todos los participantes es bienvenida. En este caso, se argumenta, la prohibición de los velos y otros elementos religiosos viene de la mano con la uniformidad en la indumentaria de los luchadores. En otras palabras, se trata de aplicar los mismos criterios para todos los participantes, indistintamente de sus creencias o su origen cultural.
Quizá uno de los argumentos más relevantes en esta polémica es el que tiene que ver con la seguridad de las deportistas. Según la IJF, la prohibición de los velos y otros elementos religiosos se debe a que estos pueden representar un peligro para la seguridad de las mujeres que los utilizan en las luchas de judo. De hecho, se han registrado casos en los que el velo ha causado lesiones faciales a las atletas, cuando durante una lucha el velo se ha enredado en la cara de ellas o de su oponente, dejándolas temporalmente ciegas y desorientadas.
En cualquier caso, lo que queda claro es que esta medida ha generado opiniones encontradas en todo el mundo. Por un lado, aquellos que consideran que se trata de una restricción a la libertad de expresión y a los derechos religiosos, y por otro, los que ven en esta medida una forma de garantizar la igualdad y la seguridad de todas las deportistas en el ring.
Lo que está por verse es cómo se llevará a cabo la aplicación de esta medida en los campeonatos del mundo de judo que se disputarán en Bakú el próximo mayo, y cómo será recibida por las deportistas y seguidores del judo en todo el mundo.
En cualquier caso, es importante recordar que el deporte es una actividad que une a personas de diferentes culturas y orígenes, y que su función principal es la de integrar y no dividir. Quizá sea en esta idea donde se pueda encontrar una solución razonable y justa para todos, en una medida que busque garantizar la igualdad entre todos los participantes, sin importar sus creencias religiosas o culturales.
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