El ideal del «yo perfecto»: Desfasado en tiempo y espacio

Asistir al discurso del aspirante fue una experiencia alucinante, angustiosa, agobiante, triste y perturbadora por momentos. Me encontraba frente a un hombre que parecía estar completamente desconectado de la realidad, y lo que era peor, estaba tratando de persuadir a una multitud de personas que lo que él estaba diciendo era la verdad.

La forma en que hablaba era violenta, sus gestos y ademanes eran exagerados, y su lenguaje estaba lleno de odio, racismo y discriminación. No pude evitar sentir que algo andaba terriblemente mal. ¿Cómo era posible que un candidato a un cargo político pudiera hablar de esa manera? ¿Cómo era posible que hubiera personas que lo aplaudieran y lo apoyaran?

Sentí una opresión en el pecho mientras escuchaba sus palabras; una sensación que no podía describir con palabras. Sentí tristeza y angustia al ver que la política se estaba convirtiendo en un escenario donde los candidatos luchaban por captar la atención de la multitud diciendo lo que querían oír, sin importar si se trataba de la verdad o no.

No puedo decir que todas las personas que estaban allí presentes compartían las ideas de este candidato, pero si puedo afirmar que no había rastro de diálogo ni de verdadera discusión política. Era como si la razón hubiera abandonado ese lugar y hubiera dejado espacio para el odio y la intolerancia.

Pero lo que hizo que esta experiencia fuera aún más perturbadora fue el hecho de saber que este candidato estaba ganando terreno en las encuestas. Las personas estaban cansadas de la política tradicional y estaban dispuestas a apoyar a alguien que se saliera de lo común, aunque se tratara de alguien cuyas ideas fueran moral y éticamente inaceptables.

Esta experiencia me ha hecho reflexionar sobre la importancia de la educación cívica y política en nuestra sociedad. Debemos ser críticos y cuidadosos al elegir a quienes nos representarán en los distintos cargos políticos. No podemos caer en la trampa de apoyar a alguien simplemente porque es diferente o está fuera de lo común. Debemos análisis y reflexión acerca de las ideas y propuestas de los candidatos.

Asistir al discurso del aspirante fue una experiencia que nunca olvidaré y que espero no volver a repetir jamás. Pero también fue una lección sobre la importancia de nuestra responsabilidad como ciudadanos. Debemos trabajar juntos para asegurarnos de que la política sea un espacio escenario de diálogo y comprensión en lugar de odio y intolerancia.

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