ALMAS INDUSTRIES B+SAFE ha realizado un estudio en el que se desvela que la cardioprotección en España ha crecido exponencialmente desde 2019. En concreto, en la Comunidad de Madrid hay más de 7.800 desfibriladores instalados, lo que supone 12 por cada 10.000 habitantes. La comunidad de Castilla La Mancha es la que menos posee, con un total de 278 desfibriladores, 1 por cada 10.000 habitantes.
Destaca el impulso general de la disponibilidad de estos equipos, con un incremento de su número, que multiplicó por tres, pasando de los 10.239 desfibriladores en 2019 a los 33.145 en 2021, con una media nacional de 7 desfibriladores por cada 10.000 habitantes. Sin embargo, nuestro país queda muy por detrás de los más avanzados en este campo como EE.UU, Japón y algunos países europeos.
Tras Madrid aparece Navarra, con 709 desfibriladores, 11 por cada 10.000 habitantes. Con un ratio de 10 equipos por cada 10.000 habitantes aparecen Aragón (1.388) y Cataluña (7.945). Les siguen Extremadura, con 9 desfibriladores por cada 10.000 habitantes (996), País vasco con 8 equipos por cada 10.000 habitantes (1.724) y Galicia (1.800) y Cantabria (406) con 7 equipos por cada 10.000 habitantes. En el ratio de 5 desfibriladores por cada 10.000 habitantes se sitúan Andalucía (4.346), Castilla y León (1.158), La Rioja (153), la Comunidad Valenciana (2.310) y Murcia (820). La lista continua con Baleares (478) y Melilla (36), con 4 equipos cada 10.000 habitantes, Canarias (757) con 3 cada 10.000 habitantes y Principado de Asturias (238) y Ceuta (16), con 2 desfibriladores cada 10.000 habitantes.
“ALMAS INDUSTRIS B+SAFE ha sido pionera en impulsar el uso del desfibrilador fuera del ámbito hospitalario creando una cultura de cardioprotección en España -comenta Nuño Azcona, CEO de B+Safe- y estamos muy orgullosos de este crecimiento. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para llegara unos ratios homologables a los países que van en cabeza”.
Según Azcona, en este proceso las administraciones públicas, especialmente los ayuntamientos, y las empresas tienen mucho que decir “y cada vez – añade- son más las que se están incorporado al proyecto ‘Ciudad Cardioprotegida’, instalando desfibriladores en la vía pública, que han permitido ya salvar muchas vidas”.
El uso del desfibrilador ante una parada cardiaca aumenta hasta un 90% las posibilidades de supervivencia sin secuelas graves. Por eso es clave poder actuar en los 5 primeros minutos para poder salvar la vida de una persona que ha sufrido un accidente cardiaco, realizando la RCP y aplicando el desfibrilador más cercano.