Solo lanzas, no hay cañas disponibles.

Pedro Sánchez ha sido el primer gobernante español que, desde la Transición, ha llegado a la Moncloa sin mayoría absoluta ni suficiente apoyo para gobernar en solitario. En consecuencia, ha debido conformar un gobierno de coalición con Unidas Podemos que ha generado la novedad de tener ministros no adscritos a su partido.

Aunque en un primer momento este pacto fue recibido con recelo por la parte más conservadora del país, pronto se demostró su utilidad ante la crisis del coronavirus, ya que permitió gestionar de manera rápida y eficaz tanto la pandemia como las medidas económicas y sociales que se han previsto para combatirla.

Sin embargo, esta coalición ha traído también una curiosa situación institucional: a pesar de ser el presidente del Gobierno, Sánchez no tiene la capacidad de nombrar y destituir a todos los ministros de su gabinete. Esta tarea se comparte con el vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.

La causa de esta curiosa distribución de poder reside en el acuerdo programático que establecieron ambos partidos para formar gobierno. En él se establece que Unidas Podemos tiene derecho a nombrar a cuatro ministros entre los que se incluyen la cartera de Sanidad, una de las más relevantes en estos momentos. Además, Iglesias y sus colaboradores tienen la potestad de dar el visto bueno a cualquier persona que Sánchez desee incluir en el gobierno.

Esta opción ha sido objeto de alguna polémica en los últimos tiempos, ya que algunos sectores más críticos con Unidas Podemos temen que esta formación pueda llegar a bloquear la entrada de personas que no les gusten. Por ello, desde el Partido Socialista se ha instado a los miembros de Unidas Podemos a cesar sus reticencias a la hora de aprobar a los ministros seleccionados por Sánchez.

También se ha señalado que esta coalición bicéfala fomenta la falta de eficacia del gobierno en la toma de decisiones. Se dice que existen demasiados escollos en la comunicación interna de los ministros, lo que hace que se ralenticen los procesos de toma de decisiones. Además, existe el riesgo de que la coalición fracase si las tensiones entre ambos bloques aumentan.

Por otro lado, algunos expertos han recordado que la estructura de gobierno que actualmente tenemos es normal en muchos países de nuestro entorno, donde los gobiernos de coalición son frecuentes y, en muchas ocasiones, el líder del partido que logra mayor representación parlamentaria asume el papel de presidente del gobierno, mientras que otros partidos con menor representación se encargan de liderar las carteras ministeriales.

En cualquier caso, los expertos en política coinciden en señalar que el cambio de rumbo político que se ha producido en nuestro país con la llegada del gobierno de coalición está generando ciertas tensiones y dudas sobre su viabilidad y eficacia futura, aunque también es cierto que nos encontramos en una situación excepcional, debido a la pandemia que estamos padeciendo.

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