En medio de la vibrante atmósfera de la Feria de Abril sevillana, los festejos cobran vida con cada farolillo encendido, cada paseo a caballo y bajo las entreabiertas puertas de las casetas, donde el jaleo acompaña hasta altas horas de la madrugada. Sin embargo, una moderna tradición ha emergido en los últimos años, compartiendo escenario con las sevillanas y el rebujito: el hashtag #papagorda. Esta etiqueta, que comenzó a ser tendencia en redes sociales a partir de 2019, ha terminado por encapsular algunos de los momentos más desinhibidos de la celebración, retratando el jolgorio y en ocasiones, la imprudencia, a través de vídeos y fotos de asistentes en estado de embriaguez.
El caso ficticio de un joven sevillano despertando en su hogar tras una larga noche de festividad y descubriendo, para su sorpresa y vergüenza, que es protagonista de uno de estos populares videos, ilustra no solo la realidad de una tradición que ha ganado tracción entre los asistentes a esta emblemática fiesta, sino también la creciente atención que ha suscitado entre autoridades reguladoras. El hecho de ser expuesto en redes sociales bajo circunstancias poco favorables provoca no solo un choque emocional personal, sino que plantea serias reflexiones sobre la privacidad, el consentimiento y la responsabilidad legal en la era digital.
Ante este escenario, el Consejo Audiovisual de Andalucía ha lanzado una voz de alerta, señalando que, más allá de la mofa y el desenfreno, la difusión de estos contenidos sin el consentimiento de los involucrados podrían derivar en consecuencias legales para quienes los graban y comparten. Respaldando esta advertencia se encuentra el recuerdo de un caso penalizado por la Agencia Española de Protección de Datos, que impuso una multa de 10.000 euros por la difusión de un vídeo grabado sin consentimiento, delineando así un precedente sobre los límites de la privacidad y la exposición en internet.
En un análisis más técnico, Iñaki González-Pol González, experto en protección de datos, desgrana los derechos vulnerados por prácticas similares, desde el derecho al honor y la propia imagen, hasta la apropiación indebida de datos personales. González-Pol clarifica la situación específica de los videos compartidos bajo el hashtag #papagorda, advirtiendo que la voluntad de difundir hasta obtener un amplio alcance rompe con cualquier posibilidad de ampararse bajo la llamada «excepción doméstica», enfatizando en la necesidad de obtener un consentimiento claro y voluntario por parte de los filmados, situación que rara vez se cumple bajo los efectos del alcohol y la euforia.
Este escenario coloca sobre la mesa no solo el debate sobre los límites de la vida privada en público y el alcance de nuestras acciones en el mundo digital, sino también sobre cómo las tradiciones se transforman y adaptan a nuevos contextos socioculturales. La Feria de Abril, con su esencia de alegría y comunión, se convierte así en escenario de una nueva conciencia sobre el respeto y la convivencia en la era de la información, un espacio donde la tradición y la modernidad dialogan constantemente, revelando los retos de coexistir en un mundo cada vez más conectado y observado.