El renacer efímero de Las Tablas de Daimiel: un humedal entre la esperanza y la sobreexplotación
Una vasta extensión de agua serpentea entre pasarelas de madera, mientras bandadas de aves surcan el cielo. Patos se acercan a las orillas, el horizonte se difumina entre la vegetación del humedal, y el paisaje, hoy rebosante de vida, contrasta con la aridez que dominaba el mismo escenario apenas unos meses atrás. A principios de año, el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel dependía de bombas de emergencia para evitar su colapso. Sin embargo, las lluvias primaverales han transformado radicalmente su panorama, llevando a la consejera de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha a hablar de una "explosión de biodiversidad".
Pero tras este resurgir temporal, persiste una amenaza estructural: la sobreexplotación de los acuíferos. Un problema histórico que data de las décadas de 1960 y 1980, cuando la extracción de agua superó con creces la capacidad natural de recarga. Pese a que en los años ochenta se declaró la zona como "sobreexplotada", el balance hídrico sigue siendo negativo. "Aún sacamos más agua de la que entra", advierte Salvador Sánchez, investigador del CSIC y delegado en el parque.
El dilema del regadío: ¿conservación o economía?
Ecologistas y científicos coinciden en que la solución pasa por reducir el consumo, pero difieren en los matices. Organizaciones como Ecologistas en Acción exigen un recorte del 50% en el agua destinada a la agricultura, una medida drástica que, según Rafael Gonsálvez —geógrafo y representante de la organización—, generaría una "crisis socioeconómica en el Alto Guadiana", aunque sería la única vía para garantizar la supervivencia del parque. La comunidad científica, más cautelosa, reconoce que faltan datos para avalar cifras concretas, pero apoya una reducción significativa.
Mientras tanto, la fauna da señales ambiguas. El pato colorado, especie emblemática del parque, ha reaparecido con cerca de 1.100 ejemplares, según cifras oficiales. "Hay muchas parejas nidificando", celebra Sánchez. Sin embargo, Gonsálvez cuestiona estos números: "Algunas aves fueron reintroducidas artificialmente", sostiene, y subraya la ausencia de la masiega, una planta clave del ecosistema que, según él, no logra regenerarse por la baja calidad del agua. Sánchez rebate: "La masiega se recupera, aunque de forma intermitente".
La batalla política bajo la superficie
El conflicto trasciende lo ambiental. Ecologistas denuncian que la pugna entre el gobierno regional de Castilla-La Mancha y el Ejecutivo central paraliza las soluciones. "El Gobierno de Sánchez pacta con PP en Murcia y Andalucía, pero no con Page aquí", acusa Gonsálvez. La Consejería responde que hay voluntad de negociar, pero "no a cualquier precio", y menciona tres mesas de trabajo: agua, restauración y desarrollo económico.
El CSIC, por su parte, asegura no haber sido consultado en estas estrategias. Y aunque las lluvias hayan dado un respiro al humedal, la consejera admite que "el cambio climático exige medidas urgentes". La pregunta es si la tregua hídrica actual servirá para corregir un problema histórico o si, como temen los ecologistas, Las Tablas volverán a secarse cuando el verano evapore la esperanza.