En un giro político que ha conmocionado la esfera política española, la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE respaldó recientemente el acuerdo pre-electoral entre el PSC y ERC. Este apoyo llega tras la controversia inicial generada por las declaraciones de María Jesús Montero, ministra de Hacienda y vicepresidenta primera del Gobierno, quien expresó su desacuerdo con lo que describió como «una suerte de concierto económico» propuesto por la Generalitat en el Consejo de Política Fiscal y Financiera el 15 de julio.
Esta declaración de Montero, quien también ocupa el segundo puesto en la jerarquía del PSOE, no fue suficiente para frenar el impulso político detrás del acuerdo, especialmente después de que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mostrara un firme apoyo. Sánchez, hablando desde Mallorca, elogió el pacto como «muy positivo para Cataluña y para España», señalando que promueve la igualdad entre los españoles y garantiza servicios públicos equitativos a nivel nacional.
A pesar del respaldo unánime en Ferraz, la aceptación del acuerdo no ha sido universal dentro del PSOE, con críticas emanando especialmente desde regiones lideradas por barones del partido. Declaraciones de figuras como Javier Lambán y Emiliano García-Page evidencian una preocupación subyacente por la posible erosión de la solidaridad fiscal y una ruptura de la igualdad entre las comunidades autónomas.
El corazón del desacuerdo radica en el modelo de financiación propuesto, que permitiría a Cataluña recaudar y retener una porción significativa de impuestos generados dentro de la región. Críticos dentro del partido argumentan que esto crea una fractura dentro de la estructura fiscal del país, alineándose en contra de los ideales de equidad que el partido ha defendido históricamente.
Este apoyo del PSOE al acuerdo con ERC pone de manifiesto la complejidad de la política territorial en España y subraya la tensión entre el mantenimiento de la solidaridad interterritorial y el reconocimiento de la singularidad de ciertas comunidades. Mientras el PSOE se prepara para posibles movimientos políticos en Cataluña, la discusión interna sugiere una reflexión más profunda sobre el equilibrio entre unidad y diversidad dentro de España.
La decisión de Ferraz de avanzar con este acuerdo no solo podría definir la agenda política del PSOE en los años venideros, sino también remodelar el panorama político catalán, especialmente si los militantes de ERC respaldan la investidura de Salvador Illa. Sin embargo, el camino hacia la implementación del acuerdo se antoja complicado, con desafíos tanto a nivel de partido como legislativo, prometiendo una saga política que podría tener implicaciones duraderas para la cohesión nacional y la identidad política del PSOE.