El ex presidente de Cataluña, Jordi Pujol, ha vuelto a la vida pública a sus 92 años. Desde 2020 ha ido recuperando audiencia en los medios después de confesar en 2014 que había mantenido una fortuna oculta en Andorra durante tres décadas. Pujol está obsesionado por su honra y por cómo será recordado en la posteridad. Son sus hijos quienes manejan su agenda y programan sus apariciones, conscientes de la oportunidad que les brinda un proceso independentista en declive y una derecha debilitada que necesita una figura icónica. El ictus que sufrió en septiembre y las actividades de la llamada policía patriótica en la llamada Operación Cataluña han actuado como un elixir para atraer tanto a los jóvenes del independentismo como al público más mayor que sigue siendo fiel asistiendo a las manifestaciones.
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