En las calles de Málaga, la creciente tensión entre la demanda turística y la necesidad de vivienda accesible para los residentes locales ha alcanzado un punto crítico. A finales de junio, manifestaciones masivas pusieron de manifiesto la profunda inquietud que provocan las viviendas de uso turístico, señaladas por muchos como un factor clave en la escasez de opciones residenciales asequibles. La polémica surge alrededor de estos alojamientos, que son promovidos como «alojamiento flexible», en un esfuerzo por diferenciarlos de los hoteles tradicionales; sin embargo, no todos los ven bajo una luz positiva.
Málaga, conocida como la capital de la Costa del Sol, no es la única ciudad que enfrenta estas tensiones. Sevilla, en un esfuerzo por regular la expansión de los pisos turísticos, especialmente en su centro histórico y el barrio de Triana, ha encontrado obstáculos políticos. El alcalde, José Luis Sanz, ha chocado con la oposición de otros partidos en su búsca de apoyo para una nueva ordenanza que frene su proliferación. Mientras tanto, Ángela Moreno, la nueva concejal de Turismo y Cultura de Sevilla, destaca el valor de estas viviendas para atraer a un turismo de mayor poder adquisitivo y a teletrabajadores, señalando su contribución a diversificar y enriquecer la oferta turística de la ciudad.
La controversia se sitúa en el delicado equilibrio entre impulsar una industria turística floreciente —la cual, según Eurostat, sitúa a Andalucía por encima de destinos como la Costa Azul en Francia y la Croacia Adriática en términos de pernoctaciones— y preservar el tejido social y residencial de las comunidades receptoras. La discusión en el Vitur Forum en Sevilla, que contó con la participación de 150 representantes del sector, no sólo se centró en fortalecer la posición de Andalucía como destino turístico de preferencia, sino también en considerar las consecuencias de un crecimiento incontrolado de los alojamientos flexibles.
El caso de Nueva York, donde las restricciones a corto plazo impuestas a servicios como Airbnb han repercutido en cambios de patrones turísticos, sirve como una advertencia para Andalucía. Se argumenta que medidas similares podrían desviar a los visitantes hacia alternativas fuera de las áreas reguladas, sin solucionar el problema de fondo.
Este contexto subraya la importancia de «gestionar el éxito», como apuntó Salvador Fernández, gerente de la Cámara de Comercio de Sevilla, haciendo eco de la necesidad de enfocar la demanda turística hacia la calidad en lugar de la cantidad. La visión a largo plazo sugerida por figuras como Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, insta a una reflexión colectiva sobre cómo mantener la sostenibilidad del sector sin comprometer las necesidades residenciales de los lugareños.
En paralelo, la iniciativa de atraer vuelos directos desde ciudades como Pekín, apoyada por el alcalde Sanz, ilustra el deseo de captar turistas de alto poder adquisitivo. Este enfoque no solo busca ampliar el mercado turístico de Sevilla sino también adaptarse a nuevas demandas y expectativas de un sector en constante evolución, marcado recientemente por la pandemia global.
Así, la situación en Andalucía refleja un desafío global: encontrar el equilibrio entre aprovechar las oportunidades que brinda el turismo y asegurar el bienestar y accesibilidad de vivienda para los residentes permanentes. Con la previsión de un crecimiento continuado en la demanda de alojamiento turístico, las decisiones tomadas hoy tendrán un impacto duradero en el perfil urbano, social y económico de la región.