En Fabero, un pequeño municipio de la provincia de León, José Antonio Marqués ha adoptado una forma de protesta singular y desesperada para llamar la atención sobre su caso. Este vecino, afectado por un cáncer terminal, ha iniciado un encierro intermitente en el Ayuntamiento de la localidad, acompañado de una huelga de hambre, en un intento por obtener una invalidez total que mejore su actual situación.
El conflicto surge de la discrepancia entre la invalidez del 33% que actualmente tiene reconocida Marqués y su demanda de una invalidez total. Según Marqués, su estado de salud se ha deteriorado progresivamente desde que fue diagnosticado con cáncer, complicándose con otras patologías que, según afirma, le impiden seguir trabajando. Con una trayectoria laboral de 27 años como encofrador, ahora se ve envuelto en una lucha por demostrar la gravedad de su condición.
La decisión de comenzar este encierro, que solo dura mientras el Ayuntamiento está abierto al público, se produjo después de esperar vanamente una respuesta de la Seguridad Social a su solicitud de invalidez total, presentada en enero. Ocho meses después, Marqués dice sentirse desamparado y sin vías claras para acelerar el proceso.
Además de afrontar su enfermedad, Marqués debe cubrir el salario de una cuidadora que le asiste desde hace un año, una situación que agrava su precariedad económica. «Quiero morir en casa», expresa Marqués, haciendo hincapié en la importancia de una ayuda estatal acorde a su real estado de salud para poder sufragar sus gastos.
El Ayuntamiento de Fabero ha mostrado simpatía por la situación de Marqués, permitiendo su protesta pacífica dentro de la institución. No obstante, enfatizan que la responsabilidad última de resolver su demanda recae en la Seguridad Social.
La historia de José Antonio Marqués pone de manifiesto las dificultades que enfrentan algunos ciudadanos para hacer valer sus derechos ante el sistema de seguridad social en España, especialmente en casos de enfermedades graves. Su caso se suma a otros que reclaman una atención más personalizada y procedimientos ágiles que respondan a las urgentes necesidades de los afectados. La esperanza de Marqués es que su acción no solo le brinde una solución sino que también arroje luz sobre problemas similares que sufren otros en el sistema.