Nueva travesía de pesca de Fali y Walter en el barco ‘Vilaboa Uno’ para capturar sarda.

El gremio de pescadores se encuentra en shock por la pérdida de Francisco Sampedro Faleato, más conocido como Fali, y Kofi Buabeng, dos tripulantes de un barco pesquero que se hundió en Santander hace unos días. Un tercer tripulante, Walter Ferreyro, aún se encuentra desaparecido.

Fali, de 57 años, llevaba toda su vida dedicada a la pesca. Había nacido y crecido junto al mar Cantábrico y no se veía haciendo otra cosa. Para él, la pesca era algo más que un trabajo, era su pasión y una forma de vida. Era uno de los pocos pescadores que se quedaban trabajando en el barco durante días enteros a pesar de ser festivo o vacaciones. Para él, cualquier día era bueno para salir a faenar.

Como Fali, hay muchos otros pescadores que forman parte de ese pequeño barrio pesquero de Santander, un lugar que alberga dos mundos opuestos. Por un lado, está el mundo turístico, con sus terrazas y sus mesas llenas de pescado asándose en brasas, y por otro, el mundo de los pescadores, un mundo mucho más duro, humilde y sacrificado.

Los pescadores saben que su trabajo es peligroso. Conocen el mar y sus caprichos, saben que en cualquier momento puede aparecer una ola traicionera y hacer que el barco se hunda, llevándose con él la vida de los pescadores que estén a bordo. Pero a pesar de todo, ellos continúan faenando en el mar, sabiendo que su trabajo es esencial para nuestra alimentación y para la economía del país.

La pesca es una de las actividades más antiguas del mundo y, sin embargo, sigue siendo una actividad muy importante en la actualidad. A pesar de los peligros que conlleva, los pescadores continúan adelante con su trabajo, con su pasión por el mar y por el pescado fresco que traen a nuestras mesas.

La reciente tragedia en Santander ha vuelto a poner de relieve la importancia de la labor de los pescadores, así como la necesidad de llevar a cabo medidas que garanticen su seguridad en el mar. Es importante que se tomen medidas para mejorar la seguridad en los barcos pesqueros, así como para mejorar las condiciones de trabajo de los pescadores. Se debe valorar la importancia de esta actividad, tanto en términos económicos como alimentarios, y garantizar la seguridad de aquellos que dedican sus vidas a esta profesión.

En definitiva, la historia de Fali y de los otros pescadores que perdieron la vida en la reciente tragedia en Santander es una historia de pasión por el mar y por la pesca, una historia de sacrificio y trabajo duro. Es una historia que debe recordarnos la importancia de esta actividad, así como la necesidad de valorar y proteger a aquellos que se dedican a ella.

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