En la conmemoración del 46º aniversario de la ratificación de la Constitución Española de 1978, el debate sobre la reforma constitucional ha cobrado un nuevo vigor. Este 6 de diciembre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha manifestado su intención de reformar la Carta Magna con el fin de «blindar» derechos fundamentales y protegerlos frente al que considera un «avance reaccionario». Por su parte, la presidenta del Congreso, Armengol, ha hecho un llamamiento al espíritu de consenso que marcó la redacción de la actual Constitución, recordando a la sociedad española que, a pesar de los «tiempos atronadores» que vivimos, el éxito colectivo de 1978 no debe ser subestimado.
La Constitución de 1978, piedra angular de la democracia española tras un largo período dictatorial, ha experimentado solo tres reformas significativas a lo largo de sus casi cinco décadas de historia. Estas modificaciones han abordado desde la inclusión de los derechos de los extranjeros comunitarios a participar en elecciones municipales, pasando por la controvertida priorización del pago de la deuda en el presupuesto del Estado, hasta la más reciente actualización terminológica para el respeto hacia las personas con discapacidad.
A medida que nos acercamos al año 2025, España se enfrenta al hito de superar la longevidad constitucional del texto de 1876, considerado hasta ahora el más perdurable en la historia del país. Este posible récord invita a la reflexión sobre la relevancia y adaptabilidad de la Constitución a los cambios y desafíos contemporáneos de la sociedad española.
La historia constitucional de España es rica y compleja, con precedentes como la Constitución de Cádiz de 1812, que introdujo ideas revolucionarias de soberanía nacional y derechos fundamentales y que, pese a su corta vida, estableció las bases del constitucionalismo liberal en el país. Le siguieron numerosas constituciones y cartas otorgadas que reflejaban el pulso político de cada época, desde los intentos de establecer un marco democrático avanzado hasta aquellos que buscaban consolidar posiciones conservadoras.
En el contexto actual, la propuesta de reforma constitucional de Sánchez se inscribe en una larga tradición de evolución legal en España. Sin embargo, también destaca el desafío de alcanzar un consenso amplio en una sociedad cada vez más polarizada. La visión de future de la Constitución Española, así como su capacidad para seguir sirviendo como marco de convivencia y progreso, dependerá de la voluntad política y la participación ciudadana en los debates y decisiones que habrán de configurar la España del siglo XXI.