La UE avanza una ley para erradicar las afirmaciones engañosas de «eco-friendly» por parte de empresas.

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La Comisión Europea ha presentado una propuesta legislativa para combatir el «greewashing» o lavado de cara verde que realizan muchas empresas para aparentar atributos ecológicos que en realidad no tienen.

La propuesta tiene como objetivo poner orden en la actual marea de etiquetas verdes y reducir el «ecopostureo» en el etiquetado confuso, vago o falso de algunos productos que muestran sellos con supuestas certificaciones medioambientales, pero que no se apoyan en criterios científicos y transparentes.

El Ejecutivo comunitario quiere aplicar un mayor control y transparencia a las etiquetas voluntarias que utilizan algunos fabricantes para promocionar sus productos. Para ello, se proponen reglas comunes, como no permitir que ningún producto muestre una «puntuación agregada» de distintos criterios medioambientales, ya que se pierde nitidez en la fotografía real. Además, si se comparan unos productos con otros en función de su rendimiento medioambiental, será obligatorio que se sustenten en «información y datos equivalentes».

La nueva normativa propuesta tendrá que negociarse con el Parlamento Europeo y los Estados miembros, y se suma a la Directiva de Derechos de los Consumidores que la Comisión presentó el año pasado, con obligaciones para los fabricantes para evitar que los productos contengan información engañosa sobre el impacto social o medioambiental del producto.

La Comisión Europea ha identificado 230 «ecoetiquetas» distintas en la UE, que presentan características medioambientales de los productos. Su análisis detallado arroja que el 53,3% de esas supuestas propiedades son vagas, confusas o infundadas y que el 40% contienen declaraciones sin base fehaciente para respaldarlas.

Se trata de afirmaciones como «fabricado con un 30% de plástico reciclado», «comprometidos con reducir nuestras emisiones de CO2» o «zumo respetuoso con las abejas». El objetivo de la Comisión Europea es «proteger consumidores, pero también proteger a las empresas» que se ven perjudicadas al ver que compañías de la competencia utilizan eslóganes medioambientales dudosos.

En conclusión, la propuesta de la Comisión Europea es necesaria para poner orden en la actual marea de etiquetas verdes y reducir el «greewashing». Esto protegerá tanto a los consumidores como a las empresas que sí cumplen con estándares medioambientales sólidos y científicos. Se espera que la propuesta sea aprobada y aplicada con éxito en el futuro cercano.

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