Más de la mitad de la selva amazónica está destruida o degradada, según un informe que alerta sobre la «verdadera» situación de una de las zonas de mayor importancia ambiental y ecológica del planeta. La Amazonía es un punto crítico de biodiversidad amenazado por la conversión de tierras en curso y el cambio climático, lo que ha provocado la degradación de la selva amazónica restante y amenaza su futuro. La degradación está provocada por la extracción ilegal de madera, los incendios y las sequías extremas inducidas por el cambio climático, así como el denominado ‘efecto borde’, que se refiere a los cambios que se registran en las áreas adyacentes a las zonas deforestadas. Todo ello sugiere que más de la mitad del bosque amazónico (el 55% del total) ha sido ya destruido o perturbado.
Las cuatro perturbaciones principales seguirán siendo «una gran amenaza y fuente de flujos de carbono a la atmósfera, independientemente de las trayectorias de deforestación». Algunas perturbaciones, como los efectos de borde, pueden abordarse frenando la deforestación. Pero otras, como limitar el aumento de las sequías extremas, requieren «medidas adicionales, incluidos esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero».
Los autores recomiendan un modelo de «bosque inteligente», mediante la instalación de dispositivos para monitorear la degradación, especialmente la extracción selectiva de madera. Frenar la degradación también requerirá «comprometerse con el conjunto de actores que la promueven, haciendo operativo el monitoreo efectivo de las diferentes perturbaciones (utilizando imágenes satelitales combinadas con escaneo láser de superficie) y refinando los marcos de políticas como REDD+», que persigue la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debidas a la deforestación y degradación y el manejo forestal sostenible.
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