En las últimas semanas, mandos y agentes del Instituto Armado han mostrado su descontento y críticas hacia la actuación del titular del Ministerio del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Las principales causas de estos desencuentros son la gestión de la crisis migratoria en Ceuta y la política de nombramientos dentro de la Guardia Civil.
La crisis migratoria vivida en el mes de mayo en Ceuta ha sido uno de los episodios más complicados a los que se ha enfrentado la Guardia Civil en los últimos años. Más de 8.000 inmigrantes llegaron en un solo día a las costas de la ciudad autónoma tras un aparente fallo en el control fronterizo por parte de Marruecos.
En este contexto, agentes de la Guardia Civil han mostrado su descontento hacia la gestión de la crisis por parte del Ministerio del Interior, al considerar que no se les dotó de los medios necesarios para afrontar la avalancha de inmigrantes y que no se les respetó su labor en el control fronterizo.
Además, las críticas se han extendido a la política de nombramientos dentro de la Guardia Civil, especialmente tras la destitución del anterior jefe de la Benemérita, Diego Pérez de los Cobos, en mayo de 2020. Esta destitución causó un importante malestar en el cuerpo, al considerar que se había producido por motivos políticos y no por motivos meritocráticos.
En este sentido, la propuesta de Marlaska de nombrar como jefe de la Guardia Civil a un general procedente del Ejército, en lugar de elegir a alguien dentro del cuerpo, ha sido duramente criticada por mandos y agentes. Se considera que esta decisión no respeta la trayectoria y méritos de los propios guardias civiles y que se trata de una injerencia política en la institución.
Estas desavenencias entre el Ministerio del Interior y la Guardia Civil se agravaron en la celebración del Día de la Benemérita, el pasado 12 de octubre. Marlaska no fue invitado por la Dirección General y los actos oficiales se limitaron a una ceremonia en el cuartel de la Guardia Civil de Madrid, sin presencia de autoridades.
Ante esta situación, el Ministerio del Interior ha tratado de suavizar las tensiones y reconducir la situación, destacando la importancia y el valor de la labor de la Guardia Civil. No obstante, las críticas y el descontento parecen no haber cesado totalmente, especialmente en lo que se refiere a la gestión de la crisis migratoria y a la política de nombramientos dentro del cuerpo.
En conclusión, la Guardia Civil está pasando por una situación delicada en la que se están poniendo en entredicho la gestión de las crisis migratorias y la política de nombramientos dentro del cuerpo. Es importante que el Ministerio del Interior escuche las demandas y necesidades de los mandos y agentes de la Guardia Civil para poder trabajar de forma conjunta y solventar los problemas que surjan en el futuro. La estabilidad y la buena labor de la Guardia Civil son fundamentales para garantizar la seguridad y protección de los ciudadanos españoles.
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