Un hombre vuelve a la mira de la justicia: 10 años y medio de prisión por grabar a mujeres en duchas de un centro social en Gijón
La sombra de la reincidencia se cierne sobre un hombre de 40 años, acusado de espiar y grabar a mujeres en un lugar donde debían sentirse seguras: los baños de un centro social en Gijón destinado a personas vulnerables. La Fiscalía ha pedido para él una condena que suma 10 años y medio de prisión, tras descubrirse que cometió los mismos delitos por los que ya fue sentenciado en 2022.
Según las investigaciones, el acusado, nacido en 1983, colocó en los aseos femeninos una mochila con un teléfono móvil camuflado entre calcetines y cinta aislante. El dispositivo, estratégicamente posicionado, grabó a varias mujeres mientras se duchaban entre el 29 de octubre y el 1 de noviembre de 2024. Todo salió a la luz cuando perdió el teléfono en la calle, y la Policía, al revisarlo, encontró las imágenes comprometedoras.
No era la primera vez. En enero de 2022, un juzgado de Oviedo lo condenó a un año de cárcel y una multa por un delito similar, lo que ahora agrava su situación. La Fiscalía describe su comportamiento como «una violación reiterada de la intimidad», tipificada en tres delitos de descubrimiento y revelación de secretos, con la agravante de reincidencia. Además de la pena de prisión, se pide su inhabilitación para ejercer el sufragio pasivo y el pago de 4.000 euros en indemnizaciones a dos de las víctimas. La tercera, según el escrito fiscal, renunció a cualquier compensación.
El caso reabre el debate sobre la seguridad en espacios dedicados a colectivos frágiles y la efectividad de las condenas ante delitos que, como este, dejan una huella invisible pero profunda. Mientras el proceso sigue su curso, las víctimas esperan que la justicia no solo castigue, sino que también disuada.