En el vibrante y cosmopolita corazón de España, entre los rincones menos transitados por los focos turísticos, yacen tesoros urbanos que cautivan tanto a lugareños como a historiadores. Uno de estos secretos bien guardados es una iglesia escondida en pleno centro de Barcelona, cuya belleza y significado histórico sorprenden a quienes tienen el privilegio de descubrirla. Sin embargo, no es el único monumento que pasa desapercibido en la arquitectura urbana española; en Madrid, un homenaje en bronce a los vendedores de la ONCE se alza con orgullo y casi inadvertido para el transeúnte apresurado.
Ubicada cerca del Congreso de los Diputados, en el emblemático barrio de Las Letras de Madrid, se encuentra «Fortunato», una estatua que, a pesar de su aparente discreción, simboliza un profundo reconocimiento a los vendedores de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). Inaugurada en 2013 y obra del escultor Santiago de Santiago, la representación en bronce captura la esencia de un vendedor de cupones de la década de los 60, evocando con sus detalles –como la vestimenta humilde y los pantalones cortos para evitar mancharse con el barro de las calles– tiempos de perseverancia y esperanza.
La figura de Fortunato, con una ristra de cupones de 1968 colgados del cuello, parece vigilar los leones del Congreso desde su pedestal, un símbolo de la lucha y el compromiso con las personas con discapacidad. Miguel Carballeda, presidente del Grupo Social ONCE, destacó durante su inauguración la importancia de recordar y trabajar por esta causa. Además, en torno a la estatua se ha desarrollado un curioso mito según el cual tocar a Fortunato o pasar los dedos por sus cupones podría atraer la buena suerte, lo que ha fomentado el interés por convertir la visita a la estatua en un ritual para deseos de fortuna, especialmente en tiempos festivos como la Navidad.
«Fortunato» no solo es un tributo al pasado; es también una ilusión y reivindicación hecha estatua, que reconoce a los más de 20.000 vendedores activos de la ONCE como «centinelas de la ilusión», que han formado parte integral de la sociedad española desde 1938. Su presencia en el cruce de las calles Prado y San Agustín emerge como un recordatorio constante del valor de la inclusión y del trabajo diario de estas personas extraordinarias.
Para aquellos que se aventuren por Madrid durante la temporada navideña, una visita a Fortunato ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el valor del esfuerzo colectivo hacia una sociedad más inclusiva. Más allá de la superstición en torno a la suerte, este monumento invita a admitir una perspectiva diferente, una que aprecia la historia y la cultura de un modo que trasciende lo convencional.
Entre la iglesia oculta de Barcelona y la estatua de Fortunato en Madrid, España demuestra que, tras sus escenarios más concurridos, se encuentran historias de perseverancia y tributos al espíritu humano, esperando ser descubiertos por aquellos dispuestos a mirar más allá de lo evidente.