Ha pasado un año desde aquel congreso extraordinario del Partido Popular en Sevilla, donde se defenestró a Pablo Casado y se entronizó como nuevo líder a Alberto Núñez Feijóo. Aquella jornada, que estuvo cargada de tensión y emociones, supuso el inicio de una nueva etapa para el PP, que se encontraba roto y debilitado después de la salida de Mariano Rajoy y la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez al gobierno.
El discurso de Feijóo en aquel congreso dejó claro cuáles eran sus intenciones al frente del PP: no venía a insultar al presidente, sino a ganarle en las urnas. Un mensaje contundente y directo que apuntaba a la necesidad de recuperar el espacio perdido frente al PSOE y volver a situar al partido como la principal alternativa de gobierno.
Un año después, ¿qué balance se puede hacer de la gestión de Feijóo al frente del PP? En primer lugar, cabe destacar el papel que ha tenido en la recomposición del partido y en la unificación de las distintas corrientes y sensibilidades que conviven en su seno. Feijóo ha sabido tender puentes y buscar el consenso, lo que ha permitido superar las diferencias y trabajar juntos por un objetivo común.
En segundo lugar, hay que reconocer que Feijóo ha conseguido que el PP recupere terreno frente al PSOE en las encuestas y que se sitúe como segunda fuerza política en intención de voto. La estrategia del líder popular ha sido la de diferenciarse del gobierno de Sánchez y presentarse como una alternativa más sólida y fiable, capaz de ofrecer soluciones a los problemas reales de los ciudadanos.
No obstante, también hay aspectos negativos que conviene mencionar. Uno de ellos es la falta de sintonía entre Feijóo y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Desde que esta última se erigió como líder regional del PP, ha mantenido una actitud crítica con el partido y ha desmarcado su estrategia política de la marcada por Feijóo en Madrid. Este desencuentro no beneficia en nada a la imagen del partido ni a su cohesión interna.
Otro aspecto a mejorar es la gestión de los conflictos internos y la resolución de las crisis como la que llevó a la salida de Casado. Si bien es cierto que Feijóo ha conseguido unificar al partido, queda por ver si podrá mantener esa unidad ante las próximas elecciones y ante las posibles divergencias que puedan surgir en el futuro.
En definitiva, el balance del primer año de Feijóo al frente del PP es positivo. El líder gallego ha conseguido recomponer el partido y situarlo de nuevo como una alternativa seria al PSOE. No obstante, queda trabajo por hacer en cuanto a la gestión de los conflictos internos y la unidad del partido. La tarea que tiene por delante es difícil, pero Feijóo ha demostrado que es capaz de afrontar los retos y llevar al PP a la victoria.
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