«Fallece Celestino Sánchez ‘Celes’, histórico militante del PSUC y emblemático portavoz de los ‘yayoflautas'»

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Barcelona llora la pérdida de un luchador: fallece Celestino Sánchez, ‘Celes’, histórico activista comunista y referente de la izquierda catalana

La voz se quiebra al mencionarlo. Las manos, las mismas que empuñaron pancartas, repartieron panfletos y alzaron puños en incontables manifestaciones, ahora se juntan para despedir a un hombre que nunca dejó de pelear. Celestino Sánchez Ramos, ‘Celes’, falleció este sábado en Barcelona a los 74 años, dejando tras de sí un legado de lucha obrera, resistencia antifranquista y una férrea defensa de los más vulnerables.

Nacido en Málaga en 1950, su vida estuvo marcada desde el principio por el compromiso político. Hijo de un ferroviario militante —represaliado y encarcelado por el régimen—, la familia se trasladó a Sabadell buscando un respiro. Allí, entre chapuzas de fontanería y cables eléctricos, ‘Celes’ forjó su conciencia de clase. Con apenas 17 años, ingresó en las Juventudes Comunistas y en el PSUC, iniciando una trayectoria que lo llevaría a la cárcel Modelo de Barcelona —donde fue golpeado brutalmente tras una protesta del 1 de mayo—, al Parlament como diputado (1980) y, décadas después, a las plazas ocupadas por el 15M como portavoz de los yayoflautas.

«No era un político, era un compañero», recuerda un vecino de Barberà del Vallès, donde ‘Celes’ fue teniente de alcalde por EUiA. En el consistorio impulsó políticas sociales con la misma pasión con la que, años atrás, había defendido a presos políticos o organizado huelgas. «Irradia ba energía, pero también ternura», añade una joven activista que lo conoció en las asambleas del movimiento indignado.

Crítico con la Transición —«No hubo ruptura, hubo maquillaje», solía repetir— y con los Pactos de la Moncloa, nunca dejó de cuestionar las derivas del poder. «Se fue sin ver el mundo que soñó, pero sembró semillas en miles de personas», subraya un veterano sindicalista.

El adiós a ‘Celes’ no es solo el de un líder. Es el de un electricista que creyó en la fuerza de la gente, de un abuelo que ocupó bancos para denunciar recortes, de un hombre que, incluso en los peores momentos, «siempre tenía un chiste y un café para quien lo necesitara». Hoy, las calles que tanto recorrió guardan silencio. Pero su eco, aseguran los que lo amaron, seguirá sonando en cada grito de justicia.

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