El Sueño Navegable Frustrado: La ambiciosa empresa borbónica de conectar Madrid con Lisboa a través del Manzanares

Las recientes lluvias torrenciales provocadas por la borrasca ‘Martinho’ han llevado al río Manzanares a un estado inusualmente caudaloso, recordando a los madrileños y visitantes la importancia histórica y la ambición que este curso de agua representó para la capital española. El Manzanares, que tradicionalmente fluye como un río modesto por Madrid, ha exhibido una faceta sorprendente, similar a la de los grandes ríos europeos, generando tanto asombro como nostalgia.

Esta sorprendente transformación ha reavivado el recuerdo de uno de los proyectos urbanos más ambiciosos que Madrid soñó durante siglos pero que nunca llegó a materializarse completamente: la conversión del Manzanares en una vía navegable que conectara la ciudad con Lisboa, convirtiendo de facto a Madrid en un ‘puerto de mar’.

El llamado Real Canal del Manzanares fue un intento de hacer realidad ese ambicioso sueño. Comisionado oficialmente en 1770 por el rey Carlos III, aunque sus orígenes se remontan a estudios previos iniciados por Felipe II, este proyecto intentó conectar Madrid con Aranjuez, y desde allí con Lisboa vía el río Tajo. Esta monumental obra de infraestructura planeó la construcción de diez esclusas en un trayecto plagado de desafíos, incluyendo un desnivel de 650 metros hasta alcanzar el mar, y un caudal frecuentemente insuficiente que complicaba la navegación.

Sin embargo, lo que se pretendía como una ruta de transformación para Madrid, se limitó a un uso más pragmático: el transporte de materiales de construcción y productos agrícolas. El proyecto, que inicialmente fue una iniciativa privada liderada por Pedro Martinengo y posteriormente asumida como obra de interés público por Carlos III, experimentó varias mejoras y ampliaciones durante los reinados de Fernando VII e Isabel II. A pesar de ello, el sueño de conectar Madrid con Lisboa no prosperó más allá de la fase inicial.

Con el advenimiento del ferrocarril en España – el primer ferrocarril en 1848 y la línea Madrid-Aranjuez en 1851 – la viabilidad de la navegación fluvial quedó cuestionada y eventualmente obsoleta. Problemas de mantenimiento y salubridad del agua, sumados a la nueva realidad del transporte por tren, marginaron al proyecto del canal. Para 1860, la idea fue oficialmente abandonada y los vestigios del canal, incluyendo esclusas, molinos, e infraestructuras fueron subastadas y desmanteladas.

No obstante, el reciente descubrimiento de estructuras de este canal durante las obras de la nueva línea 11 del Metro de Madrid cerca del área de Madrid Río ha renovado el interés por esta parte olvidada de la historia de la ciudad. Estos hallazgos, que datan del siglo XVIII, podrían encontrar un nuevo propósito como parte de un futuro museo en la estación de Madrid Río, ofreciendo una ventana al pasado de una ciudad que una vez soñó con expandir sus horizontes hasta el Atlántico.

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