Bajo las estrellas del Alcázar, el mundo busca respuestas
El Patio de las Doncellas del Real Alcázar de Sevilla se convirtió este domingo en el escenario donde la esperanza y la urgencia se dieron la mano. Entre los murmullos de lenguas diversas y los reflejos dorados de la arquitectura andalusí, Felipe VI alzó la voz para recordar al mundo una verdad incómoda pero necesaria: en medio de crisis globales que despiertan miedos ancestrales, el multilateralismo sigue siendo el faro.
La cena ofrecida por los reyes a líderes internacionales, previa a la IV Conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo, fue más que un acto protocolario. Entre los invitados destacó la presencia de Pedro Sánchez, acompañado por su esposa Begoña Gómez —tras su ausencia en eventos recientes—, junto a figuras como António Guterres, secretario general de la ONU, o Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Un pequeño desliz protocolario, cuando Sánchez no posó inicialmente con los monarcas, quedó eclipsado por el mensaje central de la noche: la cooperación como antídoto contra la oscuridad.
"La ignorancia conduce al miedo, el miedo al odio y el odio a la violencia", citó el rey, evocando al filósofo cordobés Averroes. Esa ecuación, advirtió, explica tanto los conflictos actuales como la erosión del sistema multilateral. Con el 75% del camino recorrido hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible y solo cinco años por delante, Sevilla se erige como una encrucijada. ¿Será posible, se preguntó Felipe VI, demostrar que no se han desperdiciado décadas de progreso?
La ausencia de Estados Unidos, silenciosa pero elocuente, contrastó con la asistencia de 12.000 personas de todo el planeta. Entre ellas, presidentes como José Raúl Mulino (Panamá) o el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al-Thani, buscaron respuestas a retos que no entienden de fronteras: cambio climático, desigualdad, guerras.
El monarca cerró su discurso con versos de Antonio Machado —"hoy es siempre todavía"—, un guiño poético a la necesidad de actuar sin dilación. "Los ojos de millones están puestos en esta conferencia", insistió. En un mundo donde los puentes parecen rotos, Sevilla intenta, al menos por unos días, reconstruirlos con palabras y compromisos. Mientras, en los jardines del Alcázar, el aroma a azahar mezclado con las conversaciones en decenas de idiomas recordaba que, pese a todo, la diplomacia aún late.