El PSOE modifica la ubicación de su acto en Málaga para esquivar confrontaciones con Vox, citando preocupaciones de seguridad

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En un inusual choque de agendas políticas, el centro de Málaga se convirtió en el epicentro de una potencial escalada de tensiones entre seguidores del PSOE y Vox. Pedro Sánchez, líder del PSOE, y Santiago Abascal, de Vox, planeaban llevar a cabo sus mítines de campaña para las elecciones europeas a menos de 200 metros uno del otro y a la misma hora, generando preocupaciones de seguridad.

Ante este escenario que prometía una «reyerta dialéctica» entre ambas facciones, el PSOE decidió mover su acto a Benalmádena, citando razones de seguridad. La decisión se tomó en medio de un clima político especialmente cargado, marcado por el intercambio de calificativos como «el zurdo» y «traidor» dirigidos a Sánchez, y «filonazi» a Abascal, ilustrando la creciente polarización política en España.

Este evento, más allá de sustentar la rivalidad política, subrayó la preocupación por evitar confrontaciones físicas entre los asistentes. Las redes sociales jugaron un papel crucial en elevar la tensión, siendo utilizadas por algunos miembros de Vox para convocar a sus seguidores a lo que describieron como un enfrentamiento contra los «traidores socialistas».

La Junta Electoral de Zona de Málaga, encargada de autorizar los mítines, trató de gestionar las solicitudes de ambos partidos basándose en criterios de igualdad y porcentajes de votos de las últimas elecciones. Sin embargo, la coincidencia y proximidad de los mítines plantearon desafíos únicos en cuanto a seguridad y gestión pública.

Pese a los esfuerzos por mantener la paz, el cambio de última hora del mitin socialista a Benalmádena fue un claro indicativo de las dificultades para conciliar la libertad de expresión política con la necesidad de seguridad. Los mandos policiales se vieron obligados a diseñar un dispositivo de seguridad de emergencia para manejar la posible afluencia de seguidores de ambas partes en el centro de Málaga.

Esta situación en Málaga sirve de ejemplo sobre cómo la política divisoria y la retórica inflamatoria pueden generar tensiones no solo en el plano dialéctico, sino también en el espacio físico público. En un momento en que el país se prepara para participar en unas elecciones europeas significativas, este incidente refleja las divisiones profundas dentro de la sociedad española y el papel crucial que juega la seguridad en la gestión de la política en la esfera pública.

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