El movimiento que silenció a ETA: historias de marcados y apedreados | España

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En Euskadi, durante los años de violencia de ETA en los que la persecución, el secuestro y el asesinato eran una realidad constante, surgió en 1985 el movimiento Gesto por la Paz con el objetivo de luchar contra la violencia y la indiferencia. Este movimiento tuvo un gran impacto en la sociedad vasca y contó con la participación de personas de diferentes ideologías y creencias religiosas. Además, Gesto por la Paz organizó diferentes movilizaciones en la que miles de personas se unieron para demostrar su rechazo a la violencia y su apoyo a la paz. Entre estas manifestaciones destacó la cadena humana de San Sebastián en 1989, en la que más de diez mil personas se unieron formando una cadena humana de varios kilómetros en defensa de la paz.

El testimonio de Beatriz Elorza, miembro de Gesto por la Paz, ilustra la situación de miedo y persecución que se vivía en aquellos años en Euskadi. El marido de Beatriz, Manuel Huertas, era progresista y político del PSOE, lo que lo convertía en posible objetivo de la violencia de ETA. La presencia de amenazas y pintadas en las viviendas de las personas que se oponían a ETA era frecuente, generando un clima de temor y opresión. Sin embargo, a pesar de este clima de miedo, hubo vecinos como Peio que apoyaron activamente a los miembros de Gesto por la Paz, limpiando las pintadas y demostrando su solidaridad con los afectados.

En este contexto, Gesto por la Paz surgió como un movimiento que buscaba superar el miedo y la indiferencia y que quería denunciar la violencia de ETA y las amenazas que sufrían las personas que se atrevían a denunciarla. Además de las movilizaciones, Gesto por la Paz también desarrolló diferentes iniciativas como la creación de grupos de apoyo a las víctimas y la organización de actos informativos y culturales.

A pesar de las dificultades, Gesto por la Paz logró consolidarse como un movimiento de gran influencia en la sociedad vasca, contando con la participación de personas de diferentes edades, ideologías y religiones. Su impacto se vio reflejado en la eliminación de las pintadas y en el aumento de la visibilidad de las víctimas del terrorismo. Además, Gesto por la Paz logró denunciar el sufrimiento de las víctimas y de sus familias, poniendo en duda la legitimidad de la violencia política y aplicando la presión social necesaria para fomentar el diálogo y el entendimiento.

En la actualidad, Gesto por la Paz sigue siendo un referente histórico en la lucha contra la violencia y la defensa de la paz. Sin embargo, la violencia y el terrorismo no han desaparecido del todo en el País Vasco y sigue habiendo grupos y organizaciones que promueven la violencia. Resulta, por tanto, fundamental seguir destacando la necesidad de una cultura de la paz que permita construir una sociedad más justa y en la que todas las personas puedan vivir en libertad y en igualdad.

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