Hace un año, el Gobierno español abandonó su neutralidad entre el Frente Polisario y Marruecos después de medio siglo. Esta decisión se tomó después de que Marruecos permitiera la entrada ilegal de miles de migrantes en la ciudad española de Ceuta. El conflicto entre el Frente Polisario y Marruecos se remonta a la década de 1970, cuando Marruecos anexó el territorio del Sáhara Occidental. El Frente Polisario, respaldado por Argelia, ha estado luchando por la independencia del Sáhara Occidental desde entonces.
El Gobierno español se encontraba en una posición difícil, ya que el apoyo a Marruecos era crucial para la seguridad en el norte de África y la lucha contra el terrorismo. Pero también se enfrentaba a la presión del Parlamento Europeo y las organizaciones de derechos humanos para apoyar la independencia del Sáhara Occidental. El abandono de la postura de neutralidad por parte del Gobierno español fue un gesto significativo que sentó un precedente en las relaciones entre España y Marruecos.
La polémica medida generó un fuerte rechazo por parte del gobierno marroquí, que restringió sus relaciones bilaterales con España. A pesar de que España intentó restablecer la relación de amistad con Marruecos, el conflicto por la cuestión del Sáhara Occidental ha seguido generando tensiones.
El año posterior a la decisión, Marruecos ha intensificado su presión sobre España, especialmente en la cuestión migratoria, intentando forzar a España a aceptar la creación de un corredor migratorio legal hacia Europa a través de Marruecos. Esto ha causado un aumento en el número de migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo hacia España y ha creado una situación complicada tanto para los migrantes como para las autoridades españolas.
En el frente diplomático, el Gobierno español ha seguido manteniendo una postura rigurosa en la defensa del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, una cuestión profundamente arraigada en la historia y la geopolítica españolas. Además, ha tratado de cimentar su relación con Argelia, el principal apoyo del Frente Polisario, a través de un mayor intercambio comercial y de seguridad en el Mediterráneo.
En resumen, el abandono por parte del Gobierno español de su neutralidad histórica en la cuestión del Sáhara Occidental ha generado tensiones con Marruecos y ha tenido consecuencias prácticas en la problemática de la inmigración. Esto ha llevado al Gobierno español a una posición difícil, en la que ha intentado mantener el diálogo con Marruecos y, a la vez, defender su postura en la cuestión del Sáhara Occidental. Sin embargo, esta decisión ha sentado un precedente importante en la historia de la política exterior española y ha reafirmado su compromiso con los derechos humanos y la democracia en África.
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