El acercamiento de etarras al País Vasco exigido por Bildu será finalizado por Sánchez en cinco años.

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Hace 34 años, el Gobierno de Felipe González impulsó una política que generó controversia y todavía sigue siendo objeto de debate: la política de dispersión de presos de ETA. Esta medida, implementada durante la década de los 80, buscaba evitar que los presos de la organización terrorista se agruparan en cárceles cercanas al País Vasco, con el fin de debilitar el control que ejercían sobre el pueblo vasco y reducir su capacidad de actuación fuera de la prisión.

La política de dispersión consistía en trasladar a los presos de ETA a cárceles ubicadas en diferentes puntos de la geografía española, alejadas del País Vasco. De esta manera, se les impedía el contacto directo con su entorno y se dificultaba la coordinación entre ellos. La medida fue efectiva en la reducción de la violencia terrorista, ya que disminuyó considerablemente el número de atentados.

Sin embargo, la política de dispersión también ha sido criticada por diversos actores políticos, incluyendo al propio Felipe González, quien recientemente se pronunció en contra de ella. De hecho, el ex presidente del Gobierno afirmó que fue un error haber implementado esta política, ya que generó un distanciamiento entre los presos y sus familias, lo que a su vez fomentó una radicalización de algunos sectores de la sociedad vasca.

En cualquier caso, la política de dispersión sigue vigente y su impacto en la sociedad vasca y en la lucha contra el terrorismo sigue siendo objeto de estudio y debate. A continuación, se presentan algunas de las claves para comprender esta medida y su aplicación.

¿Por qué se implementó la política de dispersión?

El objetivo principal de la política de dispersión era debilitar el control que ETA tenía sobre el pueblo vasco. Durante la década de los 70 y los 80, se produjo una radicalización de la sociedad vasca que facilitó la actuación de ETA. La organización terrorista llevó a cabo numerosos atentados, asesinando a personas e instalando el miedo en la sociedad.

Además, ETA controlaba los barrios, los pueblos y las prisiones del País Vasco y Navarra, lo que le permitía influir en la sociedad y en los presos. De hecho, los presos de ETA recibían visitas de familiares y amigos con frecuencia, e incluso gestionaban su propia vida en la cárcel.

Con la política de dispersión, el Gobierno de Felipe González buscaba evitar que ETA siguiera ejerciendo ese control sobre los presos y sus familias, y reducir la capacidad de la organización para planificar y ejecutar atentados fuera de la cárcel.

¿Cuál fue el impacto de la política de dispersión?

La política de dispersión tuvo un impacto positivo en la reducción de la violencia terrorista. Los atentados disminuyeron considerablemente y ETA perdió capacidad de actuación tanto dentro como fuera de la prisión. Además, la dispersión generó un efecto disuasorio sobre posibles colaboradores de la organización, que temían ser detenidos y enviados a cárceles lejanas.

No obstante, la política de dispersión también tuvo consecuencias negativas. Los presos se encontraron alejados de sus familias y amigos, lo que generó un distanciamiento emocional y fomentó una radicalización de un sector de la sociedad vasca. Además, algunos presos denunciaron que la dispersión dificultaba su reinserción social, ya que se sentían apartados de su contexto y de su entorno habitual.

¿Cuál es el estado actual de la política de dispersión?

La política de dispersión sigue vigente en la actualidad. Según datos del Ministerio del Interior, hay actualmente 211 presos de ETA dispersados en cárceles de distintas partes de España. Aunque en algunas ocasiones se han producido acercamientos de presos a cárceles cercanas a su lugar de origen, la política de dispersión se mantiene como una herramienta para combatir el terrorismo.

En conclusión, la política de dispersión fue una medida implementada hace 34 años para debilitar el control que ETA tenía sobre el pueblo vasco y reducir su capacidad de actuación fuera de la cárcel. Aunque generó un impacto positivo en la reducción de la violencia terrorista, también tuvo consecuencias negativas, como el distanciamiento entre presos y familias. La política de dispersión sigue vigente a día de hoy, y su aplicación sigue siendo objeto de debate y estudio.

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