En un rincón de Asturias, un pequeño obrador llamado Aldea ha desarrollado una fórmula gastronómica que atrae a comensales de toda la región y más allá. Ubicado en Posada de Llanera, este establecimiento familiar ha alcanzado un impresionante hito en septiembre de 2024: la venta de medio millón de empanadas artesanales. Fundado sobre los pilares de la tradición y la innovación, Aldea ha sabido reinventar un plato tan clásico como la empanada, combinando sabores típicos asturianos con rellenos originales, provocando una experiencia culinaria única para sus visitantes.
Entre sus empanadas, la de cachopo se ha ganado el título de ser un auténtico tributo a la cocina asturiana, sorprendiendo por su jugosidad y sabor. No obstante, es la empanada de cecina, queso de cabra y tomate la que se mantiene como la más solicitada, resaltando lo mejor de la gastronomía local en cada bocado. No se quedan atrás sus opciones más osadas, como la de calamares en su tinta con alioli o morcilla matachana con pera en almíbar, ampliando el horizonte gastronómico de propios y extraños.
Parte del éxito de Aldea se halla en la base de sus creaciones: una masa de receta propia, perfeccionada a lo largo de los años, que se combina con la innovación de rellenos que ya superan las 20 variedades. Además, el obrador se adentra en la repostería tradicional asturiana, preparando dulces como las casadielles según antiguas recetas familiares, o el arroz con leche y los suspiros de Payares, que transportan al comensal a tiempos más sencillos, evocando recuerdos de la infancia.
Sin perder el contacto con su comunidad, Aldea celebra cada hito de ventas con gestos hacia sus clientes, como regalar la empanada número 10.000 a quien tenga la suerte de comprarla, lo cual ha generado un fenómeno de largas colas ante su local. Más allá de las impresionantes cifras de venta, es la calidad de sus productos y la habilidad para reinterpretar y refrescar recetas tradicionales lo que realmente ha consolidado a Aldea como un referente gastronómico en Asturias.
Bajo la dirección de Rocío, hija de los fundadores Carmen Martínez y Raúl Vázquez, el negocio ha continuado prosperando, manteniendo viva la esencia de la tradición artesanal al tiempo que se adapta a las nuevas tendencias culinarias. Durante la temporada navideña, sus hornos no dan abasto, produciendo no solo sus famosas empanadas sino también turrones y panettones que han enriquecido aún más su oferta.
Aldea demuestra que el equilibrio entre lo tradicional y lo innovador es posible y puede ser extraordinariamente exitoso. Con cada empanada que sale de su horno, este obrador no solo satisface al paladar, sino que también celebra y preserva la rica cultura gastronómica de Asturias, haciendo de cada visita una experiencia inolvidable.