Málaga debate la tasa turística mientras busca financiación para sostener su éxito
La pregunta flota en el aire, repetida en cada temporada alta: ¿Es necesaria una tasa turística? Alcaldes como Francisco de la Torre, en Málaga, la reclaman. La Junta de Andalucía condiciona su aprobación al consenso empresarial, pero ese acuerdo no llega. Mientras, Francisco Salado, presidente de la Diputación de Málaga y de Turismo Costa del Sol, lo tiene claro: "Si los municipios estuvieran bien financiados, no la pedirían". La discusión no es nueva, pero adquiere urgencia cuando las calles de la costa malagueña se llenan de visitantes y los ayuntamientos ven cómo sus gastos se disparan.
Más turismo, más gasto, menos recursos
Salado lo ejemplifica con datos crudos: en Rincón de la Victoria, municipio que gobierna, el costo extra por limpieza de playas, seguridad y gestión de residuos en verano ronda los tres millones de euros anuales. Un agujero presupuestario para unas arcas municipales que, según denuncia, solo reciben el 13% de la financiación estatal. "Los ayuntamientos no recaudan más en verano, pero multiplican sus gastos", insiste. El debate sobre la tasa turística, dice, es un parche frente a un problema sistémico: la falta de inversión en lo local.
Mañana, Salado inaugurará en Málaga el IX Foro Turístico de Diario de Actualidad, bajo el lema "El arte de viajar bien: donde el turismo se convierte en experiencia". Un escenario donde se hablará de sostenibilidad, pero también de cómo conciliar el éxito económico con la calidad de vida. Entre los participantes estará Gabriel Escarrer, presidente de Meliá Hotels International, uno de los grandes beneficiados de un modelo que ahora enfrenta críticas.
El otro frente: la vivienda, entre el "efecto refugio" y el déficit de VPO
"En Málaga se vive muy bien, y eso atrae a extranjeros con mayor poder adquisitivo", reconoce Salado. Un ejemplo claro: compran propiedades de medio millón de euros "al contado", mientras los locales luchan por acceder a viviendas asequibles. La solución, argumenta, no está en limitar la compra —"¿vetamos a un noruego?"—, sino en construir más vivienda protegida y promover alquileres sociales. Critica la inacción de los gobiernos: "No hay déficit por el turismo, sino por falta de planificación".
Sobre las polémicas medidas en Barcelona —como la compra de edificios por parte del ayuntamiento—, Salado es contundente: "Collboni debería impulsar VPO, no gastar en pisos sobrevaluados". Y rechaza el discurso que vincula la escasez de vivienda al alquiler turístico: "Es un mensaje falso de la izquierda contra el sector".
Autopistas, trenes y aeropuertos: las infraestructuras que no llegan
Otro dolor de cabeza es la movilidad. Salado exige la liberación de la autopista A-7 y carriles reversibles para descongestionar la costa. Del tren litoral, crucial para conectar la provincia, dice que los estudios llegan "mal y tarde". Y sobre la ampliación del aeropuerto —anunciada esta semana por Aena—, la Junta responde con escepticismo: el consejero de Turismo, Arturo Bernal, la tilda de "tomadura de pelo" sin fondos garantizados.
La paradoja malagueña: un destino seguro y deseado, pero que paga el precio del éxito con saturación y desigualdad. La pregunta sigue en pie: ¿quién debe cubrir ese costo? Mientras la tasa turística se discute, los municipios esperan una respuesta que no llegue, otra vez, cuando ya sea tarde.